La victoria inapelable de la CDU/CSU
revalida el estilo de una política que, sin entusiasmar dentro ni fuera de sus
fronteras, ha logrado convertirse en referencia absoluta de la primera potencia
económica del continente. Los sondeos indican que la canciller Angela Merkel
incluso tiene posibilidades de obtener la primera mayoría absoluta desde 1957.
Toda una hazaña con un sistema electoral que favorece las coaliciones y que ni
siquiera estuvo al alcance de cancilleres tan populares como Helmut Kohl o
Gerhard Schröder. Solo Konrad Adenauer lo había logrado, con un lema que la
propia Merkel podría suscribir: “Kein Experiment”. Es decir, nada de
experimentos.
Los resultados finales de las elecciones
legislativas alemanas confirmaron la amplia victoria de la canciller y líder
cristianodemócrata. La Unión Cristianodemócrata y su hermanada Unión
Socialcristiana de Baviera (CDU/CSU) sumaron un 41,5% de los votos, un claro
incremento frente a los 33,8 % de 2009. El Partido Socialdemócrata (SPD) obtuvo
un 25,7%, lo que supone asimismo un aumento, aunque más leve, respecto al 23%
de las anteriores legislativas.
El Partido Liberal (FDP), socio actual de
Merkel, se quedó en un 4,8 % -14,6% en 2009- y no tendrá escaños en el nuevo
Parlamento. Tampoco obtuvieron representación los euroescépticos de Alternativa
para Alemania (AfD), partido fundado hace siete meses, que no alcanzó el mínimo
del 5% para tener representación parlamentaria y quedó en un 4,7%. Sí estarán
en la nueva cámara La Izquierda, con un 8,6 % (en 2009 obtuvieron un 11,6 %) y
Los Verdes, con un 8,4 % (frente al 10,7 % de cuatro años atrás).
“Ha sido un gran resultado”, proclamó
Merkel apenas 45 minutos después de que a las 18:00 horas cerrasen las urnas.
Coreada con gritos de “Angie, Angie” por los miembros de la CDU, la canciller
compareció junto a la eufórica cúpula de su formación.
Sonriente pero contenida, Merkel celebró la
victoria pero se reservó su veredicto hasta el final del escrutinio. Y en un
gesto poco usual, agradeció el apoyo a su marido, Joachim Sauer, que no subió
al estrado. Junto a Merkel sí estuvo su ministra Ursula von der Leyen, a la que
muchos analistas apuntan como sucesora si la canciller decidiera retirarse
durante su tercer mandato.
El principal rival de Merkel, el socialista
Peer Steinbruck, logró mejorar los resultados de 2009, pero se quedó muy lejos
de poder cuestionar el imperio de la canciller.
El gran drama de la jornada está en el FDP.
El grupo liberal se queda fuera del Bundestag desde la fundación de la
República Federal, lo que hace dudar incluso sobre el futuro de un partido que
durante 60 años se ha sentado de manera casi ininterrumpida en Gobiernos de
izquierda y de derecha.
La posible extinción de los liberales puede
considerarse una victoria personal de Merkel. Tras dos legislaturas en el poder
(la primera, con el SPD y la segunda con el FDP), la canciller apostó durante
la campaña electoral por una victoria aplastante sin concesiones a posibles
aliados. “Si queréis Merkel, los dos votos deben ser para la CDU”, repitió la
candidata hasta el último mitin. La petición dejaba a los liberales sin el maná
de un voto conservador del que se había beneficiaba gracias al sistema electoral.
Los electores depositan dos papeletas: una primera, con el voto por candidatos;
y una segunda, por partidos. La esperanza de los liberales era que los votantes
de la CDU les dieran el segundo voto para facilitar el gobierno de coalición.
Pero Merkel les ha cerrado ese grifo, quizá de forma definitiva.
Europa
La victoria de Merkel resultó tan
aplastante que su rival socialista, Steinbruck, felicitó de inmediato a los
ganadores. Las felicitaciones también llegaron desde el resto de capitales de
europeas, donde las elecciones alemanas eran esperadas como punto de referencia
para la futura gestión de la crisis económica e institucional de la UE.
El electorado alemán parece haber premiado
las tesis de Merkel, que ha supeditado cualquier gesto de solidaridad con los
socios en dificultades a compromisos de ajuste y austeridad. Al mismo tiempo,
sin embargo, se han desplomado los socios del gobierno saliente más reacios a
secundar los planes de ayudas, por lo que parece probable que Berlín continuará
con una política de palo y zanahoria similar a la practicada entre 2010 y 2013.
Durante los últimos meses, sin embargo,
Merkel ya ha suavizado el corsé impuesto a los países meridionales. Fuentes
comunitarias señalan que el cambio se ha iniciado (en forma de un calendario
más flexible para ajustar el déficit o de préstamos bilaterales para las
pequeñas y medianas empresas de países como España) y auguran que se acentuará
una vez que la canciller forme su nuevo Gobierno.
El giro sería más claro, señalan esas
fuentes, si llegara a formarse una gran coalición con los socialistas, una
solución apuntada por los sondeos en la recta final de la campaña y preferida
por los mercados bursátiles.
El resultado final, sin embargo, señala que
sea cual sea la formación de Gobierno, la batuta estará más que nunca en manos
de Merkel, líder indiscutible de su partido y de todo el país. Y líder
inevitable de un continente que ayer tuvo que conformarse con seguir de unas
elecciones en la que solo pudieron votar 62 millones de alemanes, aunque el
resultado mantenía en vilo a 500 millones de europeos.
Fuente: Cinco Días (cincodias.com)
Autor: Bernardo de Miguel
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