A los españoles nos gusta
vernos como rumbosos, desprendidos, dadivosos. Los extranjeros alaban las
proverbiales generosidad y hospitalidad españolas, aunque algunas veces nos
pasemos y cuando vivimos en el Extranjero, viendo cómo se portan algunos con
nosotros, nos preguntamos si no somos demasiado generosos o, dicho con otras
palabras, no estaremos "haciendo el primo".
Los turistas que visitan
España se quedan asombrados cuando ven cómo los españoles se disputan por pagar
la cuenta. El que consigue pagar se siente orgulloso de su proeza, cuando, así
me decía un amigo alemán, en realidad el único motivo de orgullo tendría que
ser ahorrarse el gasto. Estos problemas no se dan en Alemania donde, como se
sabe, cada uno paga su propia consumición. A ellos no les gusta eso de “pagar a
escote” (que es lo que ahora más se lleva, especialmente entre la juventud),
por si acaso alguien ha tomado un vino, una cerveza o un café de más, consumición
que iría a costa de los que han tomado menos. A algunos, si por casualidad
están a dieta, se les pondría cara de vinagre si tuviesen que rascarse el
bolsillo y pagar parte de la comida de los que han consumido un menú completo.
Como español que ha residido
media vida en Alemania, el otro día me preguntaba si aquí realmente se siente ufano el que paga (el que “tira de
cartera”), o si no le rondará algún gusanillo por el coco que le recordará lo
pachucha que está su cuenta bancaria. Pero, en cualquier caso, si asomara
alguna sombra de duda por haber sido el
pagano, el español “cañí” la apartaría de su cabeza de un manotazo imaginario
por ser indigna de un hidalgo. Y si la cuenta del banco anda birriosa, el buen
español moderno tira de tarjeta como nuestros antepasados tiraban de la espada
o del sable. Por cierto, desde que existen las tarjetas de crédito, está despareciendo
esa tradición tan española del “sablazo”. Ahora los sablazos se dan a los bancos, siempre que éstos no hayan puesto
límite al crédito, con lo cual se salvan muchas amistades. Ya conocen ese dicho
español de “quien presta dinero a un amigo, pierde el dinero y el amigo”. Los
bancos no son amigos y nunca pierden su dinero.
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