Willy Brandt, ex presidente
del partido socialdemócrata alemán, ex canciller de la República Federal de
Alemania y uno de los más grandes estadistas de nuestro tiempo, animaba a los
jóvenes socialistas, y a los alemanes en general, para que osaran más
democracia. Brandt no quería una revolución. A lo que aspiraba era a que se
fueran llenando de vida político/social los huecos que existen en toda
democracia y que, astutamente, son ocupados, como trasteros, por los
conservadores, que incluso quisieran petrificar la democracia existente.
A menudo, la democracia
sirve de tapadera a quienes pretenden destruirla. Las “democracias populares”
esconden detrás de barricadas de alambre espinoso inhumanos regímenes
totalitarios como China o Corea del Norte. El hundimiento del comunismo a
finales de los 80, ofreció al mundo perplejo la visión de lo que había sido en
realidad lo que los comunistas fagocitaron como “socialismo”.
Siguiendo con la idea del
socialdemócrata Brandt, cada vez se hace más patente que nuestras democracias
precisan de una profunda reforma, empezando por los partidos, en España, Grecia
o en Italia, sin ir más lejos. La corrupción es el cáncer de cualquier sistema
democrático, pero a veces se tiene la impresión de que aquí se está mareando la
perdiz. El caso Bárcenas tendría ya que haber provocado la dimisión de su amigo
y superior, Rajoy, disolviendo el Congreso y convocando nuevas elecciones. En
democracia, es inédito que un presidente del Gobierno se niegue a declarar en el
Congreso, en un asunto que no sólo roza de cerca a Rajoy, sino a todo el PP.
Para ellos, la ofensiva es la mejor defensa. He aquí un ejemplo de por qué hay
que osar más democracia. El panorama es muy extenso, pero en nuestra aspiración
de más democracia también cabe incluir la Sanidad, la Educación y el empleo. En
cuanto a Educación y Sanidad, los correspondientes ministros en el gobierno de
Rajoy no son imaginables en ninguna de las democracias conocidas.
Los ultraconservadores ya
hace tiempo que han olido el pastel. Son cada vez más los ciudadanos en todo el
mundo que no quieren permanecer al margen. La derecha es muy ocurrente en
eslóganes. A los ciudadanos que exigen mayor participación, los reaccionarios
los tildan de “antisistema”. Pero son ellos los que están en contra del sistema
del Gobierno del pueblo para el pueblo: la Democracia.
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