Con la solemne ratificación y el histórico discurso del zar Putin, la República Autónoma de Crimea ha pasado a ser parte de Rusia. Ahora, Putin pondrá sus ojos en Ucrania y “con mano militar” también se anexionará a este país, conquistado como Crimea al Imperio otomano. Con ambos territorios, más extensos que Grecia, Francia y España juntas, Rusia gana un considerable peso como nación y gran potencia. Occidente tiene grandes intereses en la zona, de donde procede gran parte de su energía. Sobre todo Alemania, que trabaja con Rusia en un gran proyecto energético.
Por los intereses y para evitar un conflicto bélico con Rusia, que sería desolador para todo el mundo, las protestas de EE UU, la UE, la OTAN y la ONU (donde Rusia tiene un sillón en el Consejo de Seguridad) han sido firmes, pero corteses. Se amenaza a Moscú con diversas sanciones, que Putin se pasa por el forro de la chaqueta. El ex alto funcionario del temido antiguo servicio secreto comunista KGB, conoce su fuerza y todavía le mete el miedo en el cuerpo a Finlandia (Mar del Norte), los países bálticos, que tanto han sufrido bajo la hoz y el martillo y a Polonia, martirizada, primero por la tiranía nazi y después con la ocupación soviética.
Putin está mostrando ser un buen alumno de los zares y digno sucesor de Catalina la Grande.
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