La temporada micológica ha comenzado este año con bastante retraso debido a la bonanza del tiempo y los aficionados a la micología se están dando mucha prisa en hacerse con los preciados hongos y setas antes de que lleguen las heladas.
España es uno de los países con más variedad de setas de Europa. Cuenta con más de 2.000 especies, la mayor parte de ellas conocidas y otras de difícil identificación. Por ello, el recolector tiene que estar muy seguro de sus propios conocimientos micológicos antes de hincar el diente a alguno de estos ejemplares menos identificables.
De momento, este hobby ya se ha cobrado este año su primera víctima: un hombre de 73 años de Mataró (Barcelona) que falleció hace poco más de una semana tras consumir una seta tóxica, la Lepiota brunneoincarnata, que él mismo había recogido en un bosque de su localidad. Poco antes nos había sorprendido la noticia de la grave intoxicación de cuatro miembros de una familia oriunda de Torre de Don Miguel (Cáceres), después de ingerir setas silvestres que había recolectado el cabeza de familia, un agricultor de 35 años. Al parecer, se trataba otra vez de Lepiotas.
Y es que dentro de la familia de las Lepiotas se dan variantes comestibles y otras muy venenosas que, al ser muy parecidas entre sí, se pueden confundir con facilidad con la “negrilla” o “fredolic” (Tricholoma terreum), una variedad no tóxica de seta tardía parecida al níscalo, muy apreciada por su gran sabor. Por eso, los expertos aconsejan a los recogedores aficionados no consumir nunca setas de las que no estén seguros al cien por cien de que son comestibles. Mi tío Miguel, gran amante de las setas y versado recogedor, solía decir que, ante la duda, mejor es deshacerse de ellas con rapidez.
Otra noticia curiosa sobre setas, aunque menos truculenta, que hemos podido leer en la prensa, es la del propietario de un bosque cercano a la población de Sant Llorenç de Morunys (Lérida), que es el primero en toda Catalunya en cobrar un precio simbólico de 5 Euros por dejar entrar a la gente en su finca para recoger setas, de las que se podrán llevar una cierta cantidad (se habla de 2 kilos por persona) sin gastos adicionales, pues va incluida en el importe de la entrada.
A Josep Pintó no le mueve el ánimo de lucro sino su deseo de enseñar a sus conciudadanos y vecinos la forma correcta de cuidar los bosques y la naturaleza. Según sus propias declaraciones a diversos medios, "cada año veo como mis tierras sufren una invasión de gente que viene a coger setas y que no sabes ni que hacen, ni que dejan de hacer en tu propiedad. Con esta iniciativa les enseñaremos que se tienen que comportar con respeto y humildad en el bosque, sin ensuciarlo y con el fin también de evitar incendios, que son la consecuencia más grave y última de estas invasiones”.
Al parecer, este modelo importado del extranjero (Francia, Italia y Austria) se viene ya aplicando con éxito desde hace algún tiempo en las provincias de Soria, Burgos, Navarra, Aragón y Valencia. Allí se destina el dinero recaudado entre vecinos y foráneos (que pagan doble cuota) a la contratación de vigilantes de seguridad para controlar la entrada y salida de los visitantes y el estado en el que dejan los bosques. Además, para los comerciantes existe una licencia anual mucho más económica que la que se aplica al visitante esporádico.
En el País Vasco existe otro tipo de regulación. Allí, la normativa foral permite recoger dos kilos de setas por persona y día, y prohíbe su recogida durante la noche o con bolsas de plástico. A las personas que incumplan la normativa, se les incautan los frutos y son expedientados por recoger setas de manera ilegal.
Hace poco, la Ertzaintza detuvo a un grupo de furtivos, después de que varios particulares alertaran de su presencia en una zona rural, donde estaban recogiendo gran cantidad de setas que guardaban en bolsas de plástico. Los agentes les incautaron un total de trece cajas cargadas con distintas variedades de hongos, por lo que procedieron de inmediato a cursar los correspondientes expedientes administrativos.
Con el fin de evitar las malas prácticas y que se esquilmen los montes del territorio, las diversas Diputaciones Forales vascas iniciaron hace tres años una campaña de control de la recogida ilegal de setas. El que infrinja las reglas, tiene que contar en el caso de ser descubierto, con una multa que puede ir de los 30 a los 250 euros.
Margarita Rey
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