lunes, 19 de diciembre de 2011

Pincelada: Harzt IV



Después de que el PP ganase con abrumadora mayoría las elecciones, muchos ciudadanos en situación de paro, que le han votado, empiezan a preguntarse en vista de las declaraciones sibilinas de los adláteres del Sr. Rajoy, qué recortes más tendrán que sufrir en los próximos tiempos las clases más desfavorecidas que son las que, al fin y a la postre, pagan el pato de todos los desmanes que nuestra clase política, sea del color que sea, ha cometido en épocas de bonanza, en las que han utilizado el erario público como un libre servicio para derrochar a mansalva.

En las múltiples tertulias de la tele, sesudos periodistas nos recuerdan que si Alemania está bien es porque empezó hace años a, como dicen ellos, “hacer los deberes”, es decir a recortar a mansalva. Fue precisamente un socialdemócrata, el canciller Gerhard Schröder, el iniciador en 2003 de tan impopulares medidas con la llamada “Agenda 2010”, lo que le costó en el 2005 perder la cancillería.

Desde luego hay que decir que en Alemania también se había derrochado y mucho. Hasta entonces había habido un gran número de personas que se habían aprovechado de las ventajas del “estado de bienestar” para vivir impunemente del paro años y años, sin dar ni golpe. Con las nuevas medidas se acabaron muchos de estos excesos, aunque, como siempre fue la clase media quien acabó pagando los platos rotos.

Volvamos a lo que iba. En ninguna de las mesas redondas que he presenciado hasta ahora, se le ha ocurrido a nadie comentar que, a pesar de todos los recortes, Alemania está a años luz de España en lo que al Estado social se refiere. Y si no me creen, basta que comparen las ayudas al desempleo para parados de larga duración en España con las de Alemania, conocidas como “Hartz IV”.

Me explico: En España, un parado de larga duración, cobra una vez agotada la prestación del paro, una ayuda de 400 Euros durante un periodo de seis meses. Sin embargo, en Alemania ese mismo parado percibiría según el Hartz IV un subsidio estatal de 359 euros al mes, más unos 200 por cada hijo y, además, una ayuda para el pago del alquiler y las facturas del gas o de la luz. También, cuando se le rompe o estropea la lavadora o el televisor, puede dirigirse a una oficina de ayuda social donde el funcionario de turno considerará si se le puede conceder una ayuda extraordinaria para dicho fin. Hasta hace poco, incluso estas personas recibían una pequeña subvención para la compra de tabaco y alcohol y, alguna vez, una entrada para el cine. Ahora se han recortado esos gastos, considerados como “innecesarios” y se ha sustituido por una subida simbólica del subsidio en 5 euros al mes.

Claro que muchos “halcones” dentro de la coalición democristiana de la Sra. Merkel aconsejan meterle aún más la tijera al “Hartz IV” porque, según ellos, “ese subsidio ayuda a criar holgazanes”, ya que un matrimonio con dos hijos puede llegar a ingresar de esta forma unos 1.600 euros, casi lo mismo que cobraría en el mercado laboral. Además, estos trabajadores tienen derecho a trabajar un número limitado de horas hasta ganar un máximo de 400 euros sin perder la prestación.

Hay que decir que los subsidios que se pagan en Alemania por los hijos están entre los más elevados de Europa. Allí, la ayuda familiar por cada hijo es de 184 euros al mes por el primer y el segundo hijo, 190 euros por el tercero y 215 euros por los que sigan.

Para que se hagan una idea, en la actualidad unos 6,7 millones de alemanes perciben esas ayudas, entre ellos 1,7 millones de niños. Y es que según el derecho garantizado en el artículo 1 de la Ley Fundamental alemana la ayuda social debe permitir “una existencia digna”.

Por esa misma razón, me parece absurdo que, en España, políticos y periodistas invoquen los recortes alemanes como ejemplo a seguir, cuando no tienen ni pajolera idea de lo que están hablando. Según esa regla de tres, el PER de Andalucía y Extremadura, que tanto criticaba el Sr. Durán y Lleida, se quedaría en mantillas si lo comparamos con las prestaciones alemanas.

Claro que España no es Alemania y si no que se lo pregunten a los señores médicos con plaza en propiedad en la Seguridad Social, algo impensable en Alemania, donde los médicos son autónomos y tienen que mantener ellos mismos sus consultas y pagarse su jubilación. Sin embargo, aquí, como en el tema de los funcionarios (que en Alemania hace tiempo que cobran y ascienden en el escalafón según rendimiento), nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato.

Los más suspicaces, entre los que yo me cuento, se preguntarán: ¿Si no se toman medidas más drásticas en esa dirección será quizás por los votos que ello les podría costar a los partidos o porque muchos políticos son funcionarios en excedencia, lo que les permite regresar a su antiguo puesto de trabajo si las cosas se les tuercen en la política?

¡Honi soit qui mal y pense!
Margarita Rey


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