El pasado 1 de mayo se celebró, como todos ustedes saben, el Día internacional del Trabajo que, en España, en 40 años de dictadura, tanta sangre y tantas torturas costó. Aunque la participación no fue tan numerosa como en otras ocasiones (muchos lo achacan a la desafección ciudadana hacia las instituciones políticas y sindicales), cientos de miles de personas salieron a la calle en todas las ciudades españolas, en manifestaciones organizadas mayoritariamente por los sindicatos UGT y CCOO, para protestar contra los recortes y reivindicar los derechos de los trabajadores. Por cierto, eso me hace recordar que, en España, hace apenas cuarenta años, ese tipo de manifestaciones estaban prohibidas y penadas con la cárcel.
Por asociación de ideas, también me viene a la mente que Argentina (para corresponder al hecho de la detención de un terrible torturador del régimen del criminal Videla en Madrid, donde fue juzgado), solicitó recientemente la extradición de una bestia española, Juan Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño, un repugnante torturador del régimen franquista, que con sus bestiales palizas a hombres o mujeres de la oposición, “preparaba” a sus víctimas, que ya estaban sentenciadas de antemano, para que éstas fuesen juzgadas por el espurio Tribunal de Orden Público (TOP). En el franquismo estaba penado incluso con la muerte en el garrote vil, o por fusilamiento el hecho de ser comunista o socialista.
Pues bien, la presidenta argentina, señora Kirchner, ya puede esperar sentada. La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional decidió el 30 de abril denegar la extradición con el argumento de que los aducidos “supuestos” delitos de Billy el Niño ya han prescrito. Todavía viven víctimas mutiladas de este energúmeno lacayo del “glorioso Caudillo”. Por eso, la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina contra los crímenes del franquismo (CEAQUA) califica la decisión de “vergonzosa e indignante” y tiene la intención de presentar demandas en juzgados de toda España. Esta es una de las numerosas consecuencias de la nueva Ley de Justicia Universal de Gallardón, reformada a toda prisa, con los únicos votos del PP, para contentar a China y que sólo beneficia a mafiosos, criminales y banqueros corruptos.
Rodeados aún por este fragmento, como el caso Billy el Niño, como votante europeo me pregunto cómo la UE no ha reconvenido aún al líder del partido conservador europeo más importante por su negativa a condenar en sede parlamentaria española y europea el golpe de estado del general africanista, las graves lesiones y la muerte de millares de republicanos (arrojados en fosas comunes), así como la violación de mujeres y niñas a cargo de los moros alquilados al sultán de Marruecos. Parafraseando a Benedicto XVI cabría decir como el Papa en el campo de exterminio de Auschwitz: “¿Y dónde estabas tú, Señor, cuando estas cosas sucedían?” Sí, ¿tú dónde estabas? Pues parece que al lado de los rebeldes, saludando a Franco con el brazo en alto.
Un dirigente como Rajoy, no sólo habría de ordenar retirar todos los símbolos del franquismo, todavía muy presentes en calles y lugares públicos, sino acabar con el simbolismo franquista, como el Valle de los Caídos, convirtiéndolo en un monumento dedicado a los españoles de todos los tiempos, a España. Que su familia se ocupe de qué hacer con los restos mortales del dictador.
Viene a colación esta “excursión” en la memoria histórica porque Rajoy ya ha prometido ante los suyos que el PP fomentará los valores democráticos europeos y velará por el cumplimiento de los derechos humanos y por la paz en Europa. Como se dice en alemán: “Wer es glaubt, wird selig” (bienaventurado el que lo crea). Pero, para no ser tan negativos, demos a Rajoy entretanto un pequeño voto de confianza. En el caso de que cumpla su promesa, seremos los primeros en exclamar con alivio: “¡Ver para creer”!
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