El problema trae cola desde el “milagro económico” del ladrillo. Venían en pateras a rebosar y la guardia civil costera no daba abasto para salvar de una muerte cierta en el mar a decenas e incluso centenares de inmigrantes, sobre todo africanos subsaharianos, que venían a España en busca de una mejor existencia y utilizaban a España, miembro de la UE, como trampolín hacia la aún más prospera Europa nórdica. Poco a poco se fueron llenando de personas con la tez negra las calles de Alemania, de Holanda, Dinamarca y demás países, donde nadie en su vida había visto tantos jóvenes negros juntos. Aunque los países más afectados, España e Italia, habían pedido ayuda a la UE contra un fenómeno hasta ahora desconocido, de Bruselas no se oyó ni pío.
Ahora, con la crisis la situación se ha vuelto dramática, trágica, para los inmigrantes ilegales, pero también para España en Italia (en pocos meses más de 300 inmigrantes ahogados en las costas de Lampedusa y ayer nos conmocionó la noticia de que más de cien niños llegaban en patera a las costas de Sicilia). Entretanto, Lampedusa está más poblada por inmigrantes que por nativos.
También en España se están viviendo sucesos dramáticos como los inmigrantes a los que la guardia civil impidió enérgicamente la entrada a nado en Melilla. Hubo heridos, algunos graves, pero la opinión pública no fue justa con la Guardia Civil, un cuerpo muy disciplinado que sólo obedece órdenes desde arriba. En sus cometidos figura el de proteger las fronteras españolas.
Lo que ya está colmando la paciencia de Roma y de Madrid son los reproches de Bruselas de que ambos países mediterráneos no sepan guardar sus fronteras y que por ello se esté perjudicando a los países del norte de Europa. Madrid y Roma exigen que la UE se deje de palabras y que se planeen y ejecuten medidas más eficaces y menos cruentas que las vallas de metal con cuchillas instaladas por España en la frontera entre Marruecos y Melilla. Pese a todo, centenares de subsaharianos intentan todas las mañanas saltar las vallas, donde les espera la dura policía marroquí. Marruecos sostiene que el lado de la valla que da a Marruecos es tierra marroquí, mientras que España insiste en que las vallas están colocadas en territorio español, y por eso no es lícito que la policía marroquí intervenga contra los subsaharianos al pie de la valla.
La exigencia de España y de Italia de que tome cartas en el asunto La UE, no es disparatada. La inmigración ilegal es un problema europeo, que ha de ser solucionado por Europa en los países de origen.
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