El asesinato de la presidenta de la Diputación de León y del
Partido Popular (PP) de la provincia, Isabel Carrasco, ha consternado a España.
El caso está rodeado de incógnitas, principalmente a los motivos. Carrasco
resultó muerta al ser tiroteada por una mujer, detenida junto a su hija poco
después, que ya ha confesado el asesinato. El
móvil parece que radica en el odio acumulado hacia la asesinada por
haber despedido a su hija (miembro del PP)
de su puesto de trabajo en la Diputación.
Es más que indignante la actitud de los articulistas de los
periódicos derechistas, que intentan instrumentalizar el asesinato para llevar el agua a su molino. Los
periódicos derechistas (que cada vez venden menos y tienen que regalar ejemplares
en aviones, trenes, hoteles y hospitales) siguen el ejemplo de lo que fue la
“prensa del Movimiento”: alabar todo lo referente al régimen franquista y
demonizar a todos los enemigos de la dictadura, tarea a la que prestó
sustancial apoyo la llamada “Santa Madre Iglesia” Católica (apostólica) española. Ahora, según
dichos comentaristas, el asesinato de la señora Carrasco es fruto del clima de
radicalismo izquierdista (pasan por alto que tanto la víctima como la presunta
autora y la cómplice del homicidio pertenecen al mismo partido, el Partido
Popular). Es muy difícil imaginarse al partido de Mariano Rajoy como escuela de
radicales de izquierdas y anarquistas.
El caso rezuma odio y cinismo. De siempre, la derecha menos
civilizada ha odiado a la izquierda, que considera su encarnizada enemiga,
porque ésta siempre ha estado con los pobres, los emigrantes, los parados y los
trabajadores que tienen la suerte de tener un empleo. La derecha, por el
contrario siempre ha estado al lado del capital. Y los capitalistas son los amos.
Ahora, en la democracia, directores de periódicos derechistas apoyan la desastrosa
política del Gobierno, que machaca a los menos privilegiados y más
expoliados, pero se mueve como pisando huevos en el feudo de los ricos: los
Bancos y la patronal.
En España domina el odio, envuelto en cinismo como en el
caso de León. Por eso es imposible que,
como en Alemania, los dos partidos mayoritarios, concierten una Gran Coalición
para sacar adelante al país por encima de las divergencias de posturas políticas.
Del odio de la derecha a la izquierda, tildada incluso de
antiespañola durante la dictadura del “Caudillo”, tenemos múltiples ejemplos.
El gran poeta Antonio Machado, él mismo víctima de ese odio fratricida, nos describió exactamente la “España de charanga
y pandereta/cerrado y sacristía/devota de Frascuelo y María..”. Los
mundialmente conocidos Pau Casals (virtuoso del violoncello) y Pablo Picasso
han luchado en el exilio con su arte contra ese odio y ese cinismo. Mientras
puedan seguir practicando algunos
llamados periodistas esa sucia y fanática política propagandista, nuestra
democracia no marchará sobre raíles firmes.
Lo más artero de la campaña de los directores ultraderechistas
abusando del trágico suceso en León, es
no sólo lavar la cara al PP, sino presentar ante las elecciones europeas
al mayor partido conservador español como el único garante del orden y de la
seguridad. El que el asesinato de Isabel Carrasco (PP) haya sido cometido por
dos afiliadas al PP, se barre debajo de la alfombra. Para eso está el cinismo
de la escoria periodística.
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