Los socialistas europeos en el norte y en el sur de Europa no pueden dormirse tranquilos sobre los laureles del pasado. La extrema derecha, impulsada por la crisis, va ganando terreno en Europa.
En Francia se ha repetido en las pasadas elecciones lo mismo que ocurrió en España en los últimos comicios generales, cuando el electorado furioso por la deficiente gestión de la crisis y los titubeos de Zapatero, hizo caso a las mentiras de Rajoy y votó al PP, que casi barrió del mapa político español al PSOE. Lo mismo que los votantes españoles castigaron la falta de liderazgo de Zapatero, los franceses han castigado al socialista Hollande por su debilidad política. El partido ultraderechista “Frente Nacional” de Marine Le Pen barrió en casi la mayoría de los municipios. Pero Hollande ha obtenido un consuelo, que para España es una gran satisfacción: la nueva alcaldesa del mundialmente famoso París es una socialista de origen español (gaditana), Anne Hidalgo, cuyos padres, modestos trabajadores, emigraron a Francia durante la dictadura de Franco.
Por otra parte, Hollande ha nombrado jefe del Gobierno a otro socialista español (catalán), un joven de 42 años, Manuel Valls, antiguo ministro del Interior, que está considerado dentro del partido socialista galo como perteneciente al ala más conservadora de dicha formación política. Es evidente la estrategia de Hollande, de hacer girar hacia la derecha al socialismo francés para acomodarse en el Elíseo y a los nuevos vientos del sistema neocapitalista.
El PSOE lo va a tener crudo en las elecciones europeas del 25 de mayo, en una Europa donde el socialismo está de capa caída en el sur (Grecia, Italia) y siendo arrollado por la extrema derecha (Holanda, Dinamarca y ahora, Francia).
Los socialistas españoles deberán tomar nota de que se trata de un fenómeno generalizado, que requiere una estrecha unión de los socialistas en la Unión Europea, si no quieren que el socialismo y la socialdemocracia acaben como Marx, famoso sólo como referencia histórica.
De todos estos fracasos emerge como único motor de Europa la consolidada Alemania. Hasta ahora, Francia y Alemania formaban un eje de poder compartido. Ahora es Alemania la que más manda en la Unión Europea, es decir, en la Europa Occidental. La gran potencia alemana en el corazón de Europa.
Contra el neoliberalismo, neoconservadurismo o neocapitalismo sólo se puede combatir con ideas claras y accesibles a los ciudadanos. ¿No sería el momento de un neosocialismo?
Mientras los demócratas se esfuerzan en combatir a los neonazis, éstos también van creciendo en Alemania, Holanda y Suiza. Los conservadores democráticos, en vez de alegrarse también deberían tomar partido contra la marea neofascista, antes de que sea demasiado tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario