La derecha europea se muestra optimista. Tiene todas las papeletas para ganar las elecciones europeas el 25 de mayo El Frente Nacional de Marine Le Pen y el PP, ambos herederos regenerados del fascismo, como lo son, en especial, los conservadores alemanes en la CDU/CSU, cuyo gobierno dirige Angela Merkel, representarán un firme pilar en la UE de después de los comicios del 25-M.
Mucho tendrán que esforzarse los socialistas europeos después de sus tambaleos durante la crisis, que les ha obligado a una prudencia rayana en la debilidad, en la difícil tarea de compaginar su tradicional política en favor de los menos privilegiados, y en especial de cara a los parados, con la adaptación a un nuevo sistema de capitalismo duro, enemigo del Estado de Bienestar y de las prestaciones sociales, desmontando redes (como la sanidad pública) que tanto esfuerzo costó tejer al socialismo democrático, que ahora vive un general desmontaje en los países europeos, sin una fuerza, respaldada por la mayoría de la sociedad, que ponga fin a tanto desafuero, como se vive, por ejemplo, en España (Sanidad Pública, trabajo ocasional, con contratos basura, paro masivo, aumento de la miseria –los sin techo, entre otros parias-y, de nuevo emigración. Claro que Le Pen lo va a tener ahora un poco más complicado con la remodelación de gabinete de Mr. Hollande, que ha colocado a un pragmático político hispanofrancés al frente de su Gobierno. Manuel Valls ha tomado medidas drásticas para reducir la deuda pública y crear más empleo, entre ellas la supresión de las cotizaciones patronales para los trabajadores con salario mínimo. Precisamente Valls, en su anterior cargo como Ministro del Interior, expulsó del país a más de 10.000 gitanos de origen búlgaro y rumanos que vivían en campamentos sin ningún tipo de ocupación, a los que asoció con la delincuencia y la mendicidad. Esto le valió el sobrenombre de “azote de los gitanos”. Pero muchos militantes del PSF no ven con buenos ojos las propuestas de Valls para sanear la maltrecha Economía francesa y ya han anunciado su abierta oposición a los anunciados recortes.
En España también ha comenzado la campaña electoral. El PP, después del largo silencio del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desveló por fin el nombre de su cabeza de lista en las elecciones europeas. Y ahora, el ministro de Agricultura y Medioambiente, Miguel Arias Cañete, un severo antisocialista (entretanto bajo sospecha de haber ocultado al Congreso durante dos legislaturas las relaciones de una de sus empresas con la Administración, algo que está terminantemente prohibido por ley), se dedica a dar mítines que no tienen nada que ver con Europa acusando al PSOE en general y al ex presidente Zapatero en particular, de haber arruinado al país por su falta de visión política contra el paro y la crisis. Por su parte, el PSOE lleva como cabeza de lista a Elena Valenciano, una ardiente rubalcabista y peso pesado dentro del partido, cuya intención es derrotar a la derecha y devolver a los europeos la Europa de los Derechos, por la que tanto lucharon nuestros padres y abuelos. Pero los socialistas de hoy tienen el problema de haberse dormido sobre los laureles cuando Europa aún creía en la economía de libre mercado. Sobre ellos lastra como una losa la segunda legislatura de Zapatero. De hecho, Elena Valenciano tuvo que sufrir recientemente en París, durante su discurso de apoyo en el acto de apertura de la campaña electoral del PS francés, un abucheo de Marea Granate. Portadores de pancartas con el lema “La austeridad en Europa es también vuestro error” echaban en cara al PSOE que estaban exiliados a causa de los fallos de su política.
A un mes de la cita electoral, los ciudadanos siguen sin mostrar gran interés por los comicios. Está pues por ver si las pequeñas formaciones podrán o sabrán sacarle partido a la situación. De momento, según todos los sondeos, el "partido" que hasta ahora se llevaría la mayoría de votos sería el de la abstención.
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