Con motivo de la aparición de un asteroide de unos 28
kilómetros de diámetro en la órbita de Venus, el planeta del amor para los
humanos enamorados, para los astrofísicos “el planeta infernal”, sectas de
fanáticos vuelven a meter el miedo en el cuerpo a sus seguidores e incluso a
una parte de la población mundial, prediciendo el fin del mundo en este siglo.
La realidad es que astronómicamente la tierra existirá hasta
dentro de unos 4.000 millones de años. Nadie puede predecir hoy si habrá para entonces
vida en la tierra y qué clase de vida sería. Los ecologistas tienen razón
cuando afirman que será el propio ser
humano el que la destruirá con la enorme polución que causa a nuestra tierra.
Otro factor de peligro de que sucediera un “cataclismo” terrestre, son las
armas atómicas y las cada vez más numerosas centrales nucleares, sobre todo
aquellas construidas en lugares de riesgo sísmico, como Japón, por nombrar sólo
un ejemplo. No se crean, también la Península
Ibérica es zona de terremotos, aunque hasta ahora las oscilaciones sísmicas
vienen siendo débiles (excepción: el terrible terremoto de Lisboa en 1755),
pero aun así pueden causar graves daños, como el terremoto de Lorca en 2011 (de
magnitud 5 en la escala de Richter).
Los asteroides pueden ser rocosos y también metálicos y
orbitan alrededor del sol, en el cinturón principal entre Marte y Júpiter. Son
escombros interplanetarios, restos de la formación del sistema solar. Un
asteroide de un diámetro equivalente al de seis campos de fútbol, “rozó” la
tierra en la madrugada del martes 18 de febrero. El paso de este cuerpo ocurrió
casi un año después del que cayó en Rusia (Cheliabinsk), hiriendo a más de
1.500 personas. El nuevo asteroide se nos acercó a 8,8 veces la distancia que
media entre la tierra y la luna. Los científicos lo incluyen en la categoría de
asteroides potencialmente peligrosos. Su velocidad era de 40.000 kilómetros por
hora. Fue detectado alrededor de las 9 de la noche.
“Seguimos descubriendo este tipo de asteroides”, declaró el astrofísico
Paul Cox, quien añadió que lo principal es que lo descubramos nosotros antes de
que se acerquen a nosotros”. Una misión espacial para desviar un asteroide
peligroso estará lista en 10 años. Pero
lo que más ocupa a los astrofísicos es hallar un “arma” para destruirlo antes
de que se acerque a la tierra. Se especula
desde la NASA (EE UU) a Moscú y
Pekín, un sistema de defensa contra los cuerpos de más de 1 kilómetro de
diámetro.
Los científicos calculan que el asteroide que nos “rozó”
volverá a aproximarse a la tierra en 2043.
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