Los dos grandes partidos españoles, el PP y el PSOE ya han
comenzado la precampaña para las elecciones europeas del 25 de Mayo.
El mensaje que quiere transmitir Rajoy, aunque sea por
persona interpuesta para no dar él la cara, es la prontitud y exactitud con que el PP –tal vez el partido
conservador más fuerte y derechista de la UE- obedece los mandatos de Bruselas y practica los recortes
requeridos a costa de los más
necesitados, pues se trata de salvar la Economía. Los parados y los necesitados tendrán que esperar
pacientemente a que se arreglen las finanzas. Sin capital no hay trabajo, pero
tampoco sin trabajo no hay capital. El Partido Popular (impopular para los
millares de ciudadanos que se manifiestan cada día en La calle para protestar contra los recortes en las
prestaciones sociales, las estafas bancarias, la subida de las tasas (matrículas), el comatoso
estado de la sanidad pública y la corrupción) hallará oídos amigos en la CDU de
Angela Merkel y su partido hermano bávaro, CSU (Unión Cristiano Social), que
con el PP dominan la escena derechista europea.
El PSOE, que apoya las manifestaciones pacíficas de la
ciudadanía, presenta una larga lista de reivindicaciones: superación de la
crisis y del paro, recuperación de los logros sociales del PSOE, como la
sanidad pública, subvenciones a las familias numerosas, que viven al borde de
la miseria, respeto a la mujer, rechazo de la discriminación salarial, tajante
rechazo de que los hombres dicten sus “códigos pseudo éticos”, como la aberrante
proyectada “ley del aborto” de Gallardón, que parece obra de sotanas en horas
bajas.
Los socialistas españoles quieren acabar con la xenofobia. El
PSOE quiere una España próspera en una Europa próspera y aboga por una UE estable y fuerte. Cree que los 28 partidos
socialistas europeos lograrán la victoria sobre las fuerzas retrógradas de una
derecha dependiente del capital y sumergida en el “nuevo Sistema” capitalista
mundial.
Crudo lo van a tener los socialistas y socialdemócratas
europeos en crisis de identidad. Europa es cada vez más de derechas. En Francia,
en las recién celebradas elecciones municipales, la extrema derecha xenófoba obtiene
un considerable resultado. La extrema derecha racista tiene también un gran
peso en países como Holanda o Dinamarca. Los fascistas no nacen por generación espontánea. Sus triunfos
se deben a los errores de los demócratas.
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