martes, 15 de octubre de 2013

Tema de hoy: La Ley Wert



 
Que algo no marcha bien en la enseñanza (educación) española es patente. Somos siempre el farolillo rojo en las encuestas internacionales.

Siento tristeza comprobar qué pocos jóvenes han leído algo de la literatura medieval española (“Cantar de mío Cid” o las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, son sólo un par de ejemplos). También la mayoría de jóvenes preguntados por mí no ha leído “El Quijote”, pero saben manejar con gran destreza los aparatitos electrónicos. ¿Van a delegar su inteligencia en esos cacharritos? A través de la radio o de la televisión constatamos lo mal que se expresan o leen muchos jóvenes, todos ellos estudiantes.

La educación en España necesita una mano dura, pero no autoritaria. Hemos pasado de temblar ante el profesor (catedrático), considerado una autoridad capaz de interrumpir nuestros estudios ante una falta grave, a una permisividad que puede llevar a algunos a tomarse las clases a cachondeo. El hecho de que los alumnos (estudiantes) tuteen al profesor redunda en perjuicio de la enseñanza. Para que los estudios sean tomados en serio tiene que haber una línea divisoria entre el docente y el alumno (estudiante), por muy cordial que sea el trato en las clases. Los tiempos de “con sangre entra la letra” han quedado afortunadamente muy atrás. Pero ya se ha llegado al extremo de casos en que el profesor es agredido sin que se deriven serias consecuencias para los agresores.
 
El Bachillerato es la base para estudiar en la Universidad. Quien suspenda repetidas veces está demostrando incapacidad para estudios superiores. A mí me parece hoy demasiado sencillo el paso del Bachillerato a la Universidad. En mis tiempos teníamos una reválida bastante severa, que descartaba a estudiantes no capaces.

Una buena enseñanza requiere buenos libros de texto. Especialmente en Historia, y sobre todo en nuestra reciente trágica historia, los libros para la educación han de ser escritos por historiadores imparciales, una forma seria y ecuánime de adquirir “memoria histórica”, que también puede extenderse hasta el siglo XIX, el foco de muchos de nuestros problemas ahora heredados por la democracia. Volviendo a la actualidad: los alumnos (estudiantes) han de aprender el funcionamiento de la democracia, sus órganos, el papel del parlamento, los tres poderes: el ejecutivo, legislativo y judicial. Para qué sirve el Senado, cuál es la función del Tribunal Constitucional y qué son las autonomías. En Alemania existe una asignatura que enseña al alumno (estudiante) a ser un buen ciudadano consciente de sus derechos y deberes.

Si se realizan reformas en este sentido, bienvenido sea el señor Wert. Pero hemos de lanzarle un rotundo no si sus reformas sólo valen para substraer fondos de lo más sustancial para el futuro de una nación. Los jóvenes (alumnos o estudiantes) son el futuro. El señor Wert no querrá que España se convierta en un país tercermundista. Sobran tasas, hay que rechazar la disminución del número de becas, lo cual significa que otra vez en nuestra Historia solamente podrán estudiar una carrera los hijos de los ricos.

Eso sí. Para carreras saturadas y por lo tanto sin muchas perspectivas de salidas, sería legítimo establecer cupos. En Europa se denomina "numerus clausus".


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