Las empresas dedicadas a
los fraudes relacionados con los títulos y diplomas universitarios se han
multiplicado en España. Por 300 euros puedes comprar una carrera universitaria.
Es solo una de las prácticas académicas derivadas del uso de las nuevas tecnologías,
pero hay más.
Llega
octubre y con él las clases universitarias (los coles e institutos llevan ya
semanas 'al tajo') y un año más muchos estudiantes
recurrirán a la trampa
para sacar adelante sus exámenes.
Estamos en
2013 y atrás quedan los tiempos de la típica chuleta escondida en el bolsillo,
aquellas fórmulas escritas en la tapa de la calculadora científica o en el
propio brazo. Las técnicas
se han adaptado a las nuevas tecnologías y ahora lo que se llevan son las chuletas electrónicas. Basta con
teclear estas mágicas palabras en un famoso buscador de internet para descubrir
toda una suerte de artilugios de última generación para el copieteo.
Incluso las empresas del sector han comprado
las palabras clave, como 'chuletas electrónicas' para un mejor posicionamiento.
El pinganillo es sin duda
el que más éxito tiene pero además podemos encontrar tintas invisibles
utilizadas para redactar textos en folios y que éstos aparenten estar en
blanco, faldas y camisas
con doble fondo, gafas
con relectores ocultos en sus lentes, relojes digitales de
pulsera en los que se pueden introducir todo tipo de textos...
Todo un
arsenal para el 'tramposo' que ha encontrado en España un gran nicho de
mercado: en nuestro país existen
unas 20 empresas o proveedores de este tipo de 'gadgets' que en
épocas de gran demanda pueden llegar a aumentar un 200% sus ventas.
Son las
estimaciones de Francisco
Canals, director de la Agencia para la Picaresca, que precisa
además que estos artilugios no están prohibidos. "Lo que importa es el uso
que se les da".
Canals
recuerda que en otros países "que te pillen copiando es un auténtico deshonor" pero
aquí en España, por nuestra cultura, no ocurre así. "Hacemos un uso más gamberro de la tecnología",
concluye.
En China,
por ejemplo, copiar en clase puede suponer la expulsión de la universidad.
Los
profesores y autoridades educativas están al tanto de estas nuevas técnicas y
por ello han tomado también medidas, provocando en algunos casos una verdadera guerra tecnológica por
ejemplo en algunas oposiciones donde se instalan inhibidores de frecuencia para
evitar los 'pinganillos'.
Pero el uso
de las nuevas tecnologías va más allá del 'inocente' copieteo en clase. Francisco
Canals nos detalla esas otras prácticas
que "rayan el delito": las fábricas de trabajos académicos y las
fábricas de diplomas.
Las primeras
se dedican a vender
tesinas, trabajos o proyectos de final de carrera garantizando
profesionalidad y discreción. Estas páginas webs introducen en estos trabajos
expresiones típicas del país del cliente y hasta alguna falta de ortografía
para que el trabajo no levante sospechas. Según Francisco Canals, estas
empresas cobran alrededor de 1.500
euros por este tipo de trabajos. Pero en este caso las universidades
y los profesores también tienen sus armas: existe software que detecta trabajos
'copypasteados' (es decir, copiados de internet).
Las fábricas de diplomas
por su parte son páginas webs que venden titulaciones universitarias por 200 o 300 euros.
"Licenciaturas a la carta, algunas de ellas muy logradas, con
universidades muy conocidas", detalla Canals, que explica además que
algunas de estas webs disponen de plantillas que uno mismo va rellenando con el
texto que quiere incorporar y hasta puede arrastrar los logotipos que necesite.
La
necesidad de encontrar trabajo ha podido disparar este tipo de fraudes?
Francisco Canals prefiere no decirlo así, aunque nos ofrece un dato revelador,
real y que resulta una evidencia: las
fábricas de diplomas se han multiplicado por diez en los
últimos años y si esto ocurre es porque hay mercado, hay demanda.
En España
este tipo de prácticas pueden haber aumentado también porque en general las empresas no contrastan los títulos
que presenta el candidato o trabajador, directamente le creen, y si en algún
caso se pregunta a la universidad de turno, ésta declina ofrecer cualquier dato
amparándose en la ley de protección de datos.
Así se da una mayor cobertura al
defraudador y se pone de manifiesto la existencia de un mercado subterráneo de falsos
titulados en España. Sin embargo en otros países, como en
China, las universidades publican la lista de licenciados para que las empresas
puedan contrastar si su trabajador o candidato se ha titulado o no de verdad.
Pero por si
acaso, los españoles que se deciden por este tipo de fraude suelen falsificar
títulos (licenciaturas y másteres) de universidades lejanas, de otros países,
para poner así otra barrera y que la empresa no contraste esa documentación.
En fin, se
trata de una práctica en auge por el número de empresas existentes en el sector
que pone en duda hasta la honestidad académica de muchos trabajadores
españoles.
Fuente: Qué es
Autor: David García Hig
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