Durante este verano, los
canales de televisión nos han atiborrado de escenas en las playas con muy mal
gusto: seres que sólo por la sombra parecían del género humano. Jóvenes con
todo el cuerpo plagado de tatuajes, que les conferían el aspecto de ofidios.
Ellas y ellos con piercings en los lugares más insospechados del cuerpo. Yo
jamás habría dado un beso a una joven con un piercing en los labios. Somos feos
porque la humanidad es fea según los cánones de la belleza, pero ¿es preciso
resaltar nuestra fealdad natural semidesnudos, enseñando el culo como una
gracia y ellas –la mayoría, que muestra la televisión, mayores de 50, con los
michelines bien al aire, embutidas en bikinis cutres. Las chicas, por ser
jóvenes, aunque se vistan o desnuden estrafalariamente, emanan esa radiación
que tiene la juventud, pero la forma de hablar, sus gestos como garabatos en el
aire, groseros, queriendo superar en mal gusto a los tontipavos de sus
compañeros anulan cualquier encanto de
cuerpos juveniles, llenos de vida, que le devuelvan a uno la alegría de que, al
menos, existe la juventud en los demás.
Me sacan de quicio las
borracheras colectivas, algunas veces aumentadas con las drogas, que en la
playa, día o noche, parecen tener franquicia. No puedo soportar esas caras de
cretinos y cretinas haciendo monerías ante la cámara en un revoltijo de los
sexos. Parece como si la televisión buscase precisamente eso: lo absurdo de
nuestra existencia, lo ridículo de quienes no saben ser jóvenes, pero tampoco
viejos, como lo demuestran con histriónica alegría esperpentos, que en la vida
normal hasta podrían ser respetables. La TV lo busca adrede. Paso el verano en
una playa de Alicante con gente normal, sin estridencias, con la alegría de
estar junta la familia o los íntimos amigos. En ninguna parte de la Costa
Blanca he visto a una mujer de unos 45 años miccionando de pie en la playa.
Para eso están Benidorm o El Arenal en Mallorca, lugares que nunca visito.
Si con esta permisividad
de lo sucio y lo escandaloso, las autoridades quieren explotar al máximo el
turismo –muy necesario durante la crisis- eligen una táctica equivocada. Las
imágenes de los canales españoles también pueden verse fuera de España, y, para
mayor escarnio, también los canales extranjeros, sobre todo los ingleses y los
alemanes, hacen sus propios documentales en la Sodoma y Gomorra ibéricas.
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