La 1 está emitiendo una
serie dedicada a Isabel (la Católica). Actores excepcionales; creación de
ambiente, excelente; exteriores, inmejorables.
Los Reyes Católicos
fueron, en la dictadura de Franco, el emblema de la unidad de España y el
fundamento de la Iglesia nacionalcatólica. Recordemos que los jóvenes
falangistas desfilaban cantando: “De Isabel y Fernando el espíritu
impera”...
Los realizadores de la
serie “Isabel” se han aventurado por un terreno pantanoso plagado de verdades y
mentiras, de traiciones y asesinatos. Muy trágico fue el destino de Juana La
Beltraneja, hija de Enrique II, a la que correspondía la corona de Castilla.
Sus enemigos la llamaban así porque afirmaban que, en realidad, era la hija
bastarda de Don Beltrán de la Cueva. Después de innumerables batallas, los
partidarios de doña Juana fueron derrotados por los de doña Isabel. Finalmente,
la vencida doña Juana tomó los hábitos y acabó sus días como religiosa en un convento
de Coímbra (Portugal)
Casada con Fernando II de
Aragón, Isabel formó con él una firme pareja con el lema de que “tanto monta,
monta tanto” (la vox populi fue el origen de la coletilla: ….” Isabel como
Fernando”). Su emblema era “el yugo y las flechas”, robado después por la falange. Bajo el
reinado de ambos, con la toma de la última ciudad mora, Granada, concluyó la
presencia árabe en la Península Ibérica, a excepción de los moriscos, con nulo
poder militar. Trabajaban predominantemente en la agricultura.
Con el reinado de los
Reyes Católicos tuvo lugar el descubrimiento de América. El motor de esta
proeza fue Isabel, que proporcionó los fondos necesarios para tamaña empresa al
marino supuestamente genovés (su verdadero origen es un tanto oscuro y sobre él
existen diversas teorías), Cristóbal Colón. El descubrimiento fue sin duda la
mayor gesta de fines de la Edad Media. Al principio trajo bienes para la Corona
castellano-aragonesa, pero según avanzaban los siglos, América, codiciada por
portugueses, franceses, y, sobre todo ingleses, que hostigaban con piratas
(Drake) a los galeones españoles, se fue convirtiendo en una rémora para lo que
ya empezaba a perfilarse como España (según algunos filólogos del hebreo “span”
o del fenicio “spn”= “Tierra de conejos”). Siglos más tarde, el imperio
español, en el que no se ponía el sol, desapareció por implosión, provocada
principalmente por franceses e ingleses y por la mediocridad de nuestros
gobernantes.
Isabel II de Castilla
murió en 1504. Ella se opuso a la expulsión de los judíos, que significó una
catástrofe económica para el país. Pero la riqueza de los judíos era una
irresistible tentación para la Iglesia y los nobles castellanos. También
Fernando de Aragón participó en el espolio. Los judíos, que no quisieron
expatriarse, se bautizaron. Se dice que ponían en sus puertas un jamón para que
todo el mundo viese que eran cristianos, que comían carne de cerdo. De ahí que
el pueblo les llamara “marranos”. A los falsos conversos descubiertos, la “santa madre iglesia”, con
ayuda de su brazo militar, la Santa Inquisición, los quemaba en la hoguera.
Según un obispo, ardía el cuerpo, pero se salvaba el alma.
Los judíos que, con gran
pesar, abandonaron España -los sefardíes o sefarditas- se establecieron, tras
muchas penalidades, en Estambul, en Rumanía, Bulgaria y, sobre todo en Salónica
(Grecia). A los sefardíes en Israel se les considera la clase más alta, los
“aristócratas” entre los judíos. Todavía hoy siguen hablando el castellano
antiguo, el que se hablaba en la fecha de su expulsión. El español sefardí se
denomina “ladino”.
Como nota anecdótica: A
mediados de los 80, la Directora General de la Radiodifusión israelí, me pidió
en Múnich que hiciera un programa diario de una hora para los israelíes
sefardíes. Un proyecto que no se llegó a realizar por mi falta material de
tiempo.
Todos estos recuerdos me
los evoca la serie “Isabel” de La 1.
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