Con gran indignación se
enteró Europa el fin de semana pasado, que nuestros amigos norteamericanos han
estado espiándonos desde un par de décadas. De las escuchas telefónicas e internet, nadie se ha
escapado. La canciller alemana, Angela Merkel
está furiosa, lo mismo que el presidente socialista Hollande. También
está enfadado el gobierno de Rajoy que no se aparta de las puertas de la Casa
Blanca, siempre con la esperanza de que
Obama le eche una mano en el actual marasmo económico, social y político. ¿Qué
puede EE UU espiar en España? ¿Se interesa acaso por cómo se hace la
corrupción a gran escala? ¿O tal vez por
la tortilla de patatas? Severamente, el ministro español de Asuntos Exteriores
convocó al embajador norteamericano para exigirle una explicación. Muy dura
hubo de ser la reprimenda, cuando ambos, delante de los medios, sonreían amistosamente, el embajador USA
declinó cualquier referencia al escándalo de las escuchas y ambos se
estrecharon las manos para la foto de la prensa. Para Rajoy, el que Norteamérica nos espíe
parece ser una prueba de que pintamos algo en el mundo. Habría que ver la cara
de cabreo de la señora Merkel y de circunstancias de Monsieur Hollande. Soraya Sáenz de Santa María habría declarado
que se trataba solamente de un diálogo diplomático
El presidente Obama ha desmentido
que él hubiese sabido de las escuchas y el espionaje en los correos
electrónicos. Pero que todo se hacía para la seguridad e su país. ¿Es seguro un
país en el que los servicios secretos
van a su bola? El escándalo del espionaje contra amigos y aliados le ha
restado muchos amigos a EE UU. Si se tratara de una amenaza real, lo correcto
sería coordinarse con los amigos y aliados. El único peligro que puede verse
hoy para EE UU es que cualquiera pueda adquirir, sin licencia, armas desde
revólveres a bazookas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario