martes, 10 de noviembre de 2009

Nuestra lengua: "Que si quieres arroz, Catalina"

Cuando me ponía pesado, que quería algo y mi abuela decía que no, y yo insistía, y mi abuela que no, y yo, que sí, ésta exclamaba "¡Que si quieres arroz, Catalina!"

Esta expresión se utiliza (o utilizaba) en castellano para denotar que alguien se ponía pesado ("y dale que te pego"), para rechazar una pretensión, recriminar una impertinente insistencia o para exigir que alguien desista de su actitud terca. Como siempre he sido muy curioso con las cosas del lenguaje, pregunté a mi abuela qué significaba eso del arroz y la Catalina. Me contó que en un pueblo de Granada se casaba una señorita llamada Catalina con un señor llamado Roz. La Catalina era un poco sorda. El cura preguntaba: "¿Quieres a Roz?" Y Catalina, que no oía, sin contestar. Hasta que a las tres veces, el sacerdote ya mosqueado le gritó: "¡Que si quieres a Roz, Catalina!"

Por lo que he leído posteriormente, la explicación del dicho es otra, aunque tampoco se ponen de acuerdo los eruditos. El académico José María Iribarren en su "El por qué de los dichos" cita una explicación culta que se remonta a los tiempos de Juan II (1406-1454) y se refiere a un judío converso casado con una mujer a la que le gustaba mucho el arroz. Creía que el arroz servía para curar toda clase de enfermedades. La mujer cayó un día enferma, para morirse, y como rechazaba todas las medicinas, el pobre esposo le preguntaba si quería arroz. Ella no contestaba y el esposo repetía: "Que si quieres arroz, Catalina". La pobre Catalina falleció sin responder.
¿Qué quieren que les diga? Tal vez el erudito Iribarren tenga razón, pero a mí me sigue gustando más la explicación que me dio mi abuela granadina.

Y para concluir por hoy: un dicho que todos ustedes habrán escuchado o empleado: "el chocolate del loro". Significa ahorrar en lo insignificante. Se dice de unos marqueses venidos a menos que tenían que ahorrar para evitar ser embargados. Estaban acostumbrados al lujo y no sabían de qué prescindir. La marquesa exclamó finalmente: "¡Ya sé lo que vamos a ahorrar. El chocolate del loro!"

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