jueves, 12 de noviembre de 2009

Nuestra lengua: "Los mismos perros con distintos collares"

Hoy va de perros. Siendo el perro el más antiguo y fiel amigo del hombre, parece mentira el mal concepto que tenemos de este cuadrúpedo tan casero. Casi todos los dichos y refranes en las lenguas europeas hacen referencia muy negativa al perro, can o chucho. La realidad, en la mayoría de los países europeos, es bien distinta. Cada vez se trata mejor a los perros, también en España donde la crueldad para con los animales desgraciadamente no está aún del todo erradicada. Quizá uno de los países donde se trata a los perros con más mimo sea en Alemania, donde un can a veces suscita cariños como si fuera un niño.

Cuando alguno sufre muchas calamidades, dificultades o desdichas se lamentará de su "perra vida". Cuando el tiempo es muy malo, con lluvia, granizo, nieve, viento...decimos que "hace un tiempo de perros", aunque los perros bajo tales condiciones meteorológicas son los primeros en buscar el calor de la lumbre en el hogar.

"Tratar a uno como a un perrro" o "tratarlo como perro por Carnestolendas" es una forma de comportarse muy mal con el prójimo. En siglos pasados se manteaba en España a los perros en Carnaval para divertirse con ellos. Nos imaginamos el mosqueo que cogerían los pobres animales y tal vez más de una pantorrilla de aquellos juerguistas recibiría un buen y merecido mordisco. También en tiempos pasados, durante el Carnaval solía atarse a los rabos de los perros cencerros y cacerolas. Los pobres animales salían de estampida como alma en pena, perseguidos por el infernal ruido.

Vamos a recordar ahora algunos refranes con perro:

"Muerto el perro, se acabó la rabia". Es decir: suprimida la causa, se suprimen también los efectos.
"Ser el perro del hortelano, que ni come ni deja comer". Un refrán muy español, que como ustedes saben significa no aprovecharse de algo e impedir al propio tiempo que otros se aprovechen de ello. Pero en realidad, el perro del hortelano sólo cumple con su deber: impedir que otros se le coman las berzas, las lechugas o la fruta a su amo, el hortelano.

"A perro flaco todos son pulgas". En el lenguaje coloquial también decimos: "Al perro flaco todo se le vuelve pulgas". Aplicamos este refrán a aquellas personas que sufren una calamidad o desgracia tras otra, como si la desdicha se cebase con tales desafortunados.

"Los mismos perros con distintos collares". Un dicho que sigue aplicándose a los políticos que, según una opinión bastante extendida, son una especie humana que cambia poco con el tiempo o con las circunstancias. Una vez en el poder, apenas se diferencian de los otros. Según el gran novelista don Benito Pérez Galdós, autor (entre otras obras) de los "Episodios nacionales", este dicho nació entre los madrileños cuando Fernando VII cambió el gobierno, sustituyendo a Argüelles por Valdemoro-Feliú. En el fondo, todo siguió igual.

"En ninguna parte atan los perros con longaniza", es decir que en todas partes hay que contar con estrecheces y que cuesta ganarse la vida. Por el contrario, los antiguos romanos hablaban de un país donde ataban los perros con longaniza, una versión antigua de aquel El Dorado que buscaban los conquistadores españoles en América y de la leyenda más moderna de Jauja.

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