domingo, 22 de noviembre de 2009

Nuestra lengua: "La casa de Tócame Roque"

Recientemente, uno de los participantes en una tertulia radiofónica decía que la justicia española “no puede convertirse en la casa de Tócame Roque”. Me hizo gracia la expresión, que hacía mucho tiempo que no la oía, y la anoté. Me pregunté si el tertuliano, los demás asistentes a la discusión e incluso la mayoría de los oyentes sabrían el origen de este dicho, que todos comprendieron.

“La casa de Tócame Roque” es, según el diccionario “aquella en la que vive mucha gente y hay mala dirección y el consiguiente desorden”. Un castizo lo diría con menos palabras: “un desmadre”, “un cachondeo”.

Yo me acordaba de que el dicho tenía que ver con una casa que hubo en Madrid y recordaba que esa casa salía a relucir en un sainete de don Ramón de la Cruz. Nada más. Picado por la curiosidad me puse a consultar diccionarios, libros y, cómo no, el Google. Por si les interesa, les diré el resultado de mis pesquisas: la mencionada casa de Tócame Roque (propiedad de dos hermanos Juan y Roque) estuvo en la madrileña calle del Barquillo hasta 1850, año en que fue derribada. En aquella casa habitaban muchos vecinos, que se llevaban muy mal, y por lo tanto surgían entre ellos muchas disputas y peleas, hasta el punto que tenía que acudir la policía, es decir, los alguaciles y corchetes. Don Ramón de la Cruz inmortalizó el inmueble y a sus inquilinos, conocidos ya en todo Madrid como “la casa de Tócame Roque”, en el sainete “La Petra y la Juana o un buen casero”.

En español ha infinidad de dichos y refranes con “casa”. Basta con que ustedes consulten los diccionarios (el de la Real Academia Española, DRAE, María Moliner, o las enciclopedias Salvat y Larousse, por citar sólo un par de ejemplos). Pero muchos de ellos ya apenas se usan. He seleccionado para ustedes algunos que sí siguen siendo de uso corriente y que yo oía frecuentemente en mi casa. Mi padre, que además de abogado era profesor de Letras y Ciencias, se enfadaba mucho conmigo si en el Bachillerato me suspendían alguna vez en matemáticas (hoy se dice: “si suspendía matemáticas”). Mi padre, al ver un suspenso, exclamaba: “En casa del herrero, cuchillo de palo” o ”cuchara de madera” (en mi casa también oí “azadón de palo”). Con esta expresión, como ustedes saben, se denuncia la carencia de algo allí donde menos debería producirse la carencia.

Un dicho que siempre me ha hecho mucha gracia es: “Entrar como Pedro por su casa”. Suele emplearse esta expresión cuando alguien tiene mucha confianza en otra casa ajena, en la que entra y sale con excesiva familiaridad; y, por extensión, cuando alguien se siente como en casa en algún lugar, nada cohibido, muy a sus anchas. La expresión “entrar como por su casa” para denotar facilidad de acceso de alguien o algo a un lugar, es muy antigua y puede hallarse también en la novela “Rinconete y Cortadillo” de Cervantes. Pedro -también podría llamarse Juan o José- es un personaje ficticio, inventado por el pueblo, aunque algunos eruditos creen que hace referencia a Pedro I de Aragón, que entró en Huesca, después de sitiarla, en el año 1094.

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