Los animales suelen jugar en nuestro país un papel preponderante en las fiestas patronales de los pueblos. Muchos de esos espectáculos se distinguen por su gran crueldad con esas pobres criaturas y otros se llevan la palma por su mal gusto. Ese es el caso de Lekeitio, un municipio vizcaíno, que en sus sanantolines (fiestas anuales para honrar al patrón de la villa, San Antolín, que tienen lugar del 1 al 8 de septiembre) el pasado día 5 celebró el “Antzar Eguna” o “Día del ganso”, un tradicional concurso muy esperado por los mozos del pueblo y de poblaciones limítrofes que conforman los equipos y que consiste, nada más y nada menos, en mantenerse el máximo tiempo posible agarrado al cuello de un ganso muerto colgando de una cuerda que cruza el puerto de un muelle a otro.
Las cuadrillas locales se acercan en sus embarcaciones (este año han sido 84), conocidas en Lekeitio como “potines”, a la dársena donde se encuentran los gansos muertos. Seguidamente, uno de los miembros del equipo agarra un ave por el cuello lo más fuerte que puede hasta retorcérselo. Mientras que la barca abandona el lugar, el grupo de tierra tira con fuerza de la soga, que tiene agarrada por uno de sus extremos, izando así al participante (cuyo peso no puede superar los 75 kilos) cogido al cuello del ganso.
Una vez arriba, el equipo de tierra suelta la cuerda y el participante cae al agua desde una gran altura. Seguidamente, se vuelve a tirar de la cuerda haciendo subir de nuevo al participante. Y así varias veces hasta que el mozo caiga al agua al soltar el ave o el cuello del ánade se rompa. La embarcación que más “alzadas” encadene y se haga con el cuello del ganso será coronada vencedora. El joven que aguante más “alzadas” recibirá a su vez el premio del aplauso del público y será declarado así ganador de tan triste competición, considerada “el plato fuerte” de los sanantolines de Lekeitio, que este año han resultado un tanto deslucidos dada la fragilidad del cuello de algunos de los ánsares sacrificados para tan particular celebración.
Desde hace años, diversos colectivos que defienden un trato ético con los animales vienen solicitando sin gran éxito que se sustituyan los gansos naturales por otros de goma. Ojalá que algún día eso suceda y no tengamos que asistir a tan macabras diversiones que nos dejan un regusto amargo en el paladar si consideramos que las aves utilizadas hasta no hace mucho tiempo eran animales vivos. Y aunque ahora el “Día del ganso” se celebre con aves muertas, lo cierto es que el fin para el que las aves han sido sacrificadas (la diversión de un público que demuestra un gusto más que dudoso y una falta de sensibilidad a prueba de bombas) les ha robado a posteriori toda la dignidad a la que cualquier animal tiene derecho aún después de muerto.
Por mucho que los lekeitiarrias camuflen su “Antzar Eguna” como tradición ancestral, es incuestionable que un espectáculo de esa índole es impropio de un pueblo civilizado y no contribuye (y menos en los tiempos que corren) a dar una buena imagen de nuestro país en el exterior.
Margarita Rey
Las cuadrillas locales se acercan en sus embarcaciones (este año han sido 84), conocidas en Lekeitio como “potines”, a la dársena donde se encuentran los gansos muertos. Seguidamente, uno de los miembros del equipo agarra un ave por el cuello lo más fuerte que puede hasta retorcérselo. Mientras que la barca abandona el lugar, el grupo de tierra tira con fuerza de la soga, que tiene agarrada por uno de sus extremos, izando así al participante (cuyo peso no puede superar los 75 kilos) cogido al cuello del ganso.
Una vez arriba, el equipo de tierra suelta la cuerda y el participante cae al agua desde una gran altura. Seguidamente, se vuelve a tirar de la cuerda haciendo subir de nuevo al participante. Y así varias veces hasta que el mozo caiga al agua al soltar el ave o el cuello del ánade se rompa. La embarcación que más “alzadas” encadene y se haga con el cuello del ganso será coronada vencedora. El joven que aguante más “alzadas” recibirá a su vez el premio del aplauso del público y será declarado así ganador de tan triste competición, considerada “el plato fuerte” de los sanantolines de Lekeitio, que este año han resultado un tanto deslucidos dada la fragilidad del cuello de algunos de los ánsares sacrificados para tan particular celebración.
Desde hace años, diversos colectivos que defienden un trato ético con los animales vienen solicitando sin gran éxito que se sustituyan los gansos naturales por otros de goma. Ojalá que algún día eso suceda y no tengamos que asistir a tan macabras diversiones que nos dejan un regusto amargo en el paladar si consideramos que las aves utilizadas hasta no hace mucho tiempo eran animales vivos. Y aunque ahora el “Día del ganso” se celebre con aves muertas, lo cierto es que el fin para el que las aves han sido sacrificadas (la diversión de un público que demuestra un gusto más que dudoso y una falta de sensibilidad a prueba de bombas) les ha robado a posteriori toda la dignidad a la que cualquier animal tiene derecho aún después de muerto.
Por mucho que los lekeitiarrias camuflen su “Antzar Eguna” como tradición ancestral, es incuestionable que un espectáculo de esa índole es impropio de un pueblo civilizado y no contribuye (y menos en los tiempos que corren) a dar una buena imagen de nuestro país en el exterior.
Margarita Rey
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