Una noticia inesperada que nos ha dejado boquiabiertos: La especialista en meter la pata con el micrófono abierto, Esperanza Aguirre, se retira de la primera línea de la política activa.
En una breve rueda de prensa celebrada anteayer en Madrid, la presidenta madrileña, anunció que dimite como jefa del Gobierno madrileño y también deja su escaño como diputada regional en la Asamblea de Madrid. "No voy a abandonar la política, pero voy a pasar a la segunda fila" fueron sus palabras.
Con el semblante pétreo, demacrada y la voz entrecortada por la emoción, la señora Aguirre alegó motivos personales para tomar dicha decisión. "Entre mis prioridades, ahora figura la de estar con mi familia, mis nietos", declaró. También mencionó "el sentimiento de que la política siempre era una actividad temporal". A muchos les extrañó que aludiese el cáncer de mama que sufrió como otra de las razones para su inesperada dimisión: "una enfermedad seria, grave de la que presuntamente estoy curada, pero no es sólo eso".
Más extrañas si cabe fueron las siguientes declaraciones, insólitas en boca de un “animal político” de la talla de Esperanza Aguirre: “(…) Nunca llega el momento de dejarlo, ahora ha llegado, ya no tiene vuelta atrás. Esto es ya cruzar el Rubicón", continuó.
Según Aguirre, "nunca he querido ser una profesional de la política, sino una persona que en un momento dado pensó que podía dar a sus ciudadanos una visión y formas liberales de la política" y lo que en principio pensó que iba a ser "un corto paréntesis" se ha terminado convirtiendo "en casi una vida dedicada a la política". ¡Quién lo hubiera dicho! De ser eso cierto, la todavía Presi de la Comunidad de Madrid ha conseguido mantenernos engañados mucho tiempo.
Aguirre también señaló que nunca se sintió imprescindible y dio las gracias a los que "cada vez en mayor número" la han votado a lo largo de los años. Según ella, su mejor vivencia en la política ha sido "el contacto con los ciudadanos". De lo que más se siente orgullosa es de haber promocionado en la Comunidad la "educación bilingüe" y de lo que menos, de sus "meteduras de pata".
Evidentemente, las declaraciones de Esperanza Aguirre a los medios de comunicación han pillado por sorpresa a todos, especialmente a la primera plana del PP que no sospechaba nada de sus intenciones.
Hay especulaciones para todos los gustos. Desde la oposición se oye algún comentario sobre la posibilidad de que la situación financiera de la Comunidad de Madrid sea en realidad mucho peor de lo que doña Espe nos ha hecho creer hasta ahora. Otros comentarios apuntan a que Aguirre podría no estar tan restablecida de su enfermedad como se dice.
Pero es en el seno del Partido Popular donde el desconcierto ha sido total y, aunque Esperanza Aguirre declaró que se había reunido con el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, poco antes de la rueda de prensa en su despacho para comunicarle "a él antes que a nadie" su decisión, el malestar en las filas del PP es palpable.
Aunque lo peor está todavía por venir: Para gran disgusto de Rajoy, Aguirre ha premiado a su mano derecha, Ignacio González, actual vicepresidente autonómico, por su lealtad y le ha colocado sin consultar con nadie al frente de la Comunidad de Madrid. González es un controvertido y oscuro personaje que ha sido investigado por la Justicia por asuntos tan turbios como la trama Gürtel. Su mala relación entre Rajoy y González, a quien también rechazan no pocos compañeros de partido, es vox populi. Por ello, es de esperar, que Rajoy, para evitar discusiones dentro del PP en un momento político tan delicado, se trague ahora el sapo pero que, de cara a las próximas elecciones, nombre a otro candidato en lugar de Ignacio González.
De momento, a la mayoría de los peperos madrileños les ha sentado el pucherazo de doña Espe como un jarro de agua fría. Una muestra más de la singular relación que dicha dama ha mantenido y sigue manteniendo con las prácticas demócratas que debieran aplicarse antes de cualquier nombramiento, en lugar de actuar a la vieja usanza, o sea nombrar a los candidatos “a dedo”.
Entretanto (citamos textualmente al diario digital Qué es): “No han pasado 24 horas desde que Esperanza Aguirre anunciara su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid y ya se conoce su futuro. La expresidenta madrileña pasará a formar parte del Instituto de Turismo de España, Turespaña, un organismo dependiente del Ministerio de Industria, Energia y Turismo. Así lo ha anunciado el ministro, José Manuel Soria, quién asegura que "es un lujo tener a Aguirre" en el puesto. Desde Turespaña aseguran que la ex dirigente madrileña se incorporaría como un funcionario más ya que su cargo en la administración era técnico de información y turismo”. A ese ente pertenecen, entre otros, Paradores Nacionales, Oficinas Españolas de Turismo o el Palacio de Congresos de Madrid y depende del Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
A mí personalmente me da muy mala espina que esta antigua funcionaria, acostumbrada a estar en la cresta de la ola, dé de la noche a la mañana un cambio tan radical a su vida. Sus motivos, probablemente de mucho peso, tendrá. Y no quisiera ser aquí más explícita porque si son los que yo pienso, se merece -a pesar de las discrepancias políticas- que no hurguemos más en el porqué.
Margarita Rey
En una breve rueda de prensa celebrada anteayer en Madrid, la presidenta madrileña, anunció que dimite como jefa del Gobierno madrileño y también deja su escaño como diputada regional en la Asamblea de Madrid. "No voy a abandonar la política, pero voy a pasar a la segunda fila" fueron sus palabras.
Con el semblante pétreo, demacrada y la voz entrecortada por la emoción, la señora Aguirre alegó motivos personales para tomar dicha decisión. "Entre mis prioridades, ahora figura la de estar con mi familia, mis nietos", declaró. También mencionó "el sentimiento de que la política siempre era una actividad temporal". A muchos les extrañó que aludiese el cáncer de mama que sufrió como otra de las razones para su inesperada dimisión: "una enfermedad seria, grave de la que presuntamente estoy curada, pero no es sólo eso".
Más extrañas si cabe fueron las siguientes declaraciones, insólitas en boca de un “animal político” de la talla de Esperanza Aguirre: “(…) Nunca llega el momento de dejarlo, ahora ha llegado, ya no tiene vuelta atrás. Esto es ya cruzar el Rubicón", continuó.
Según Aguirre, "nunca he querido ser una profesional de la política, sino una persona que en un momento dado pensó que podía dar a sus ciudadanos una visión y formas liberales de la política" y lo que en principio pensó que iba a ser "un corto paréntesis" se ha terminado convirtiendo "en casi una vida dedicada a la política". ¡Quién lo hubiera dicho! De ser eso cierto, la todavía Presi de la Comunidad de Madrid ha conseguido mantenernos engañados mucho tiempo.
Aguirre también señaló que nunca se sintió imprescindible y dio las gracias a los que "cada vez en mayor número" la han votado a lo largo de los años. Según ella, su mejor vivencia en la política ha sido "el contacto con los ciudadanos". De lo que más se siente orgullosa es de haber promocionado en la Comunidad la "educación bilingüe" y de lo que menos, de sus "meteduras de pata".
Evidentemente, las declaraciones de Esperanza Aguirre a los medios de comunicación han pillado por sorpresa a todos, especialmente a la primera plana del PP que no sospechaba nada de sus intenciones.
Hay especulaciones para todos los gustos. Desde la oposición se oye algún comentario sobre la posibilidad de que la situación financiera de la Comunidad de Madrid sea en realidad mucho peor de lo que doña Espe nos ha hecho creer hasta ahora. Otros comentarios apuntan a que Aguirre podría no estar tan restablecida de su enfermedad como se dice.
Pero es en el seno del Partido Popular donde el desconcierto ha sido total y, aunque Esperanza Aguirre declaró que se había reunido con el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, poco antes de la rueda de prensa en su despacho para comunicarle "a él antes que a nadie" su decisión, el malestar en las filas del PP es palpable.
Aunque lo peor está todavía por venir: Para gran disgusto de Rajoy, Aguirre ha premiado a su mano derecha, Ignacio González, actual vicepresidente autonómico, por su lealtad y le ha colocado sin consultar con nadie al frente de la Comunidad de Madrid. González es un controvertido y oscuro personaje que ha sido investigado por la Justicia por asuntos tan turbios como la trama Gürtel. Su mala relación entre Rajoy y González, a quien también rechazan no pocos compañeros de partido, es vox populi. Por ello, es de esperar, que Rajoy, para evitar discusiones dentro del PP en un momento político tan delicado, se trague ahora el sapo pero que, de cara a las próximas elecciones, nombre a otro candidato en lugar de Ignacio González.
De momento, a la mayoría de los peperos madrileños les ha sentado el pucherazo de doña Espe como un jarro de agua fría. Una muestra más de la singular relación que dicha dama ha mantenido y sigue manteniendo con las prácticas demócratas que debieran aplicarse antes de cualquier nombramiento, en lugar de actuar a la vieja usanza, o sea nombrar a los candidatos “a dedo”.
Entretanto (citamos textualmente al diario digital Qué es): “No han pasado 24 horas desde que Esperanza Aguirre anunciara su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid y ya se conoce su futuro. La expresidenta madrileña pasará a formar parte del Instituto de Turismo de España, Turespaña, un organismo dependiente del Ministerio de Industria, Energia y Turismo. Así lo ha anunciado el ministro, José Manuel Soria, quién asegura que "es un lujo tener a Aguirre" en el puesto. Desde Turespaña aseguran que la ex dirigente madrileña se incorporaría como un funcionario más ya que su cargo en la administración era técnico de información y turismo”. A ese ente pertenecen, entre otros, Paradores Nacionales, Oficinas Españolas de Turismo o el Palacio de Congresos de Madrid y depende del Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
A mí personalmente me da muy mala espina que esta antigua funcionaria, acostumbrada a estar en la cresta de la ola, dé de la noche a la mañana un cambio tan radical a su vida. Sus motivos, probablemente de mucho peso, tendrá. Y no quisiera ser aquí más explícita porque si son los que yo pienso, se merece -a pesar de las discrepancias políticas- que no hurguemos más en el porqué.
Margarita Rey
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