Si alguna vez van a un rastro, abran bien los ojos v fíjense detenidamente en los objetos que lo vendedores ofrecen al mejor postor. A veces se puede llegar a hacer un más que buen negocio. Eso fue lo que le sucedió a una americana del estado de Virginia que, en uno de esos mercadillos, compró por 7 dólares (unos cinco euros) una caja que contenía una muñeca, una vaquita de plástico y una pequeña pintura al óleo. Decisivo para la compra fue por cierto el marco dorado del cuadro, que tenía aspecto de antiguo.
Lo cierto es que la señora metió el contenido de la caja en una bolsa de plástico que depositó en su garaje y se olvido de ella, hasta que, un año más tarde, haciendo limpieza, volvió a encontrarse en una esquina con su antigua compra. En un principio pensó en tirar el óleo y guardar el marco, pero su madre tuvo la buena idea de aconsejarle que, antes de hacer nada, consultase a algún experto en la materia. La sorpresa fue morrocotuda cuando el tasador le dijo que se encontraba ante un Renoir menor con un valor de más o menos 100.000 dólares (aproximadamente 78.000 euros).
Hasta ahora no se sabe nada ni del vendedor ni de cómo el cuadro llegó hasta el rastrillo de Virginia. Tampoco se ha hecho público el nombre de la compradora. Lo único que se ha podido saber es que la obra será subastada en Virginia a finales de este mes. Nos podemos imaginar la cara de tonto que se le quedaría a la persona que se deshizo del cuadrito al enterarse por los medios de comunicación de la joya que había vendido.
Margarita Rey
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