viernes, 5 de diciembre de 2014

Pincelada: Miedo escénico



No se trata de "mieditis", ese canguelo que la mayor parte de artistas siente antes de enfrentarse a una audiencia cómodamente sentada en el patio de butacas o en los palcos de un teatro, que espera su aparición llena de expectativas. Para algunos actores o cantantes que actúan en vivo y en directo es muchísimo más que eso. Es un miedo irracional que atenaza su garganta y les hace sentirse morir cada vez que pisan las tablas del escenario. Un pánico que, en algunas ocasiones puede llegar a producir verdaderos ataques de ansiedad, inaguantables y que hacen imposible una actuación en público. En Alemania se conoce ese fenómeno como "Auftrittsangst" (miedo ante una actuación), que es el superlativo de “Lampenfieber” (fiebre ante los focos).
 
Hace muchos años conocí en Múnich a una antigua cantante de opereta que había tenido que abandonar su ya consolidada carrera por padecer ese síndrome. En el caso de esta señora, que lo tenía todo para triunfar en la escena de la "ópera buffa" internacional, desde la atractiva apariencia hasta esa  voz de soprano con la que modulaba coloraturas cristalinas y que había podido conservar en casi todo su esplendor hasta su fallecimiento a los 70 años. Hilde Rehm, así se llamaba ella, empezó a sufrir los ataques de pánico después de un gran desengaño amoroso que la sumió en la desesperación. Con el paso del tiempo pudo superar la fuerte depresión, pero nunca el miedo escénico. Se dedicó a dar clases de canto y dicción a jóvenes promesas (de las cuales algunas, como Susanne -“Susi”- Brantl y Josef Hannesschläger lograron triunfar en el cabaret y la televisión de Alemania, lo que hubiese llenado de orgullo a la pobre Hilde de haber podido presenciarlo), pero ella misma nunca volvió a subirse a un escenario. Solía dar fiestas en su casa y amenizarlas interpretando algún aria de Puccini, su compositor favorito. También se prodigaba cuando sus amigos la invitaban a alguna celebración familiar. Todavía la veo cantando “O mio babbino caro” en el salón de nuestra casa de Múnich (en uno de esos fiestorros que organizábamos un par de veces al año para agasajar a nuestro círculo de amigos), de una forma tan magistral que por un momento pensé estar oyendo a la mismísima Victoria de los Ángeles (1923-2005), soprano que estaba en la plenitud de su carrera cuando yo estudiaba bachillerato y que yo, desgraciadamente, sólo he llegado a conocer a través de sus discos.
 
Se preguntarán por qué motivo les cuento esta historia, pero todo tiene su razón de ser. Seguro que me comprenderán mejor cuando les recuerde la noticia que difundieron esta misma semana todos los medios de  comunicación de nuestro país: la cantante Pastora Soler anunciaba en su cuenta de Facebook su adiós indefinido a las actuaciones en vivo debido a los ataques de pánico escénico que  sufre y que no ha podido superar hasta el momento. En el comunicado Pastora Soler se dirigía a sus fans así:

“Os hablo desde un corazón roto de dolor, de impotencia y con esta angustia que he sentido y siento y que tardaré mucho en olvidar... Como os dije anoche el respeto por mi público es lo más grande que he aprendido en estos 20 años.. He puesto todo de mi parte por superar un miedo escénico que apareció en mi vida el 8 de marzo de este año, lo creí superado, pero anoche de nuevo en Málaga, ante un público al que le debo tanto y una tierra que siento mía, me fallaron las fuerzas de nuevo afectando esta vez incluso a mi garganta... No puedo más que agradecer vuestro cariño y comprensión y deciros que ya no me quedan fuerzas para seguir.... Debí tomar la decisión de poner un punto y aparte en mi carrera hace algunos meses, pero mis ganas de luchar me impulsaron a seguir. Hoy os anuncio la decisión de dejar mi actividad profesional hasta volver a recuperar la confianza en mí.
Lo siento con toda mi alma.
Pastora Soler”
 
A raíz de este mensaje, la prensa publicó también el nombre de algunos famosos que sufren esa misma enfermedad, aunque no tan aguda, entre los que se encuentran Robbie Williams y Alejandro Sanz. Ellos, sin embargo, consiguen sobreponerse a ese miedo paralizante antes de actuar frente a un gran público.
 
 Como me gusta estar bien informada sobre los temas que voy a tocar  en el blog, me he querido meter en materia y he conseguido encontrar en internet la “Revista Musicalia”,  una página web del Conservatorio de Música Rafael Orozco de Córdoba. En ella se explica con todo lujo de detalles ese trastorno, su sintomatología y cómo enfrentarse a él. El artículo es un poco largo, pero muy instructivo. Si les interesa, pueden leerlo siguiendo el enlace y constatarán cuán artera es esa alteración psicológica y lo duro que tiene que ser para una reconocida artista el tener que apartarse de los escenarios tan joven, en la plenitud de sus facultades y gozando del favor del público.
 
Una auténtica pena lo de  Pastora Soler, una gran profesional, con un vozarrón poco común en las cantantes de hoy en día, muchas de las cuales sólo triunfan gracias al apoyo de las maravillas de la técnica.
 
Esperemos que sólo se trate de un alto en su dilatada carrera y que más pronto que tarde Pastora consiga vencer a ese monstruo que, de momento, la tiene presa en sus garras y la tortura hasta el punto de robarle las ganas de enfrentarse a esos fieles seguidores que siempre la han arropado en sus conciertos y que tanto la quieren y admiran. Desde aquí, nuestros mejores deseos para una pronta recuperación.
 
Margarita Rey

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario