Suiza es un país donde casi todo se decide por referéndum. Su población estaba llamada ayer a las urnas para tomar varias decisiones, la más delicada de ellas la de reducir la inmigración en el país de los Bancos y el chocolate.
La propuesta presentada por la Asociación Ecología y población (ECOPOP) era reducir a un 0,2% de la población suiza la entrada anual de nuevos extranjeros (actualmente, el 23,5% de la población.).
Mientras que David Cameron, con ese populismo que muestra en los últimos tiempos para salvar el pellejo político (faltan menos de seis meses para las elecciones generales en Gran Bretaña), presentó la semana pasada un catálogo de drásticas medidas contra la inmigración comunitaria en el Reino Unido, un 74,1 por ciento del electorado suizo dijo no a una limitación del flujo migratorio.
Los suizos han demostrado su sentido común tumbando una propuesta absurda y que no contaba con el apoyo de ningún partido político. No obstante, el aspecto más importante es que en Suiza casi el 24% de la población activa es de origen extranjero.
El Gobierno suizo puede respirar tranquilo. No hay que olvidar que, en febrero de este año, la iniciativa "contra la migración en masa" de Unión Democrática de Centro (UDC), de extrema derecha, había ganado con una participación bajísima (56,5%.) y con un resultado muy ajustado (50,3 de votos en favor frente al 49,7% en contra). La propuesta presentada por UDC implicaba el establecimiento de cuotas anuales muy estrictas para la entrada de trabajadores extranjeros en Suiza. Este resultado colocó al Consejo Federal (Gobierno) en una situación muy tensa frente a la Unión Europea, principal socio comercial del país alpino.
Por aquel entonces, la respuesta de la Unión Europea no se hizo esperar. Primero hizo saber a Suiza que la implantación de esas cuotas podría poner en peligro la relación entre el país y la UE. Y poco después, para demostrar que no se trataba únicamente de palabras vacías, la Comisión Europea paralizó las negociaciones que se habían puesto en marcha con Suiza para determinar su participación en el programa Erasmus y en dos grandes proyectos de investigación, cancelando diversas reuniones programadas para tratar dichos asuntos. Por eso mismo, conscientes de la pérdida de prestigio que podría suponer la victoria de la propuesta, esta vez a la campaña por el “no” capitaneada por el Gobierno se sumaron casi todos los partidos políticos, sindicatos y asociaciones empresariales.
Aunque por lógica debiera ser así, desconocemos si el referéndum de ayer anulará el resultado de la iniciativa “contra la migración en masa” que ganó en las urnas en febrero. Ahora sólo nos queda esperar que la iniciativa de Cameron no prospere y que, imponiéndose la razón, se quede en “agua de borrajas”.
Margarita Rey
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