España como marca está palideciendo en el Extranjero debido al número de chorizos que están apareciendo en el transcurso de la democracia, que, en algunos aspectos, parece aún estar en transición. No me refiero aquí a los excelentes y típicos embutidos españoles, con fama en casi todo el mundo, sino a esos individuos que en virtud de sus altos cargos se están haciendo multimillonarios en euros a costa de Hacienda, es decir, a costa de todos los demás españoles convertidos en “curritos”, no de currantes (los que tienen trabajo), sino de bobos. Los chorizos tienen su dinero, robado, en Suiza y otros paraísos fiscales.
Muchos se preguntan cuándo acabarán la instrucción del caso Urdangarin, yerno del Rey o del caso “Gürtel”, todos relacionados de alguna manera con el PP, que, es preciso decirlo, también se defiende señalando el caso de los ERES andaluces o de la subvención de la UGT (2009-2010) por valor de 1,8 millones de euros, que la Junta de Andalucía ha declarado nula (queda aún el proceso administrativo). La Junta ha pedido que no se demonice al sindicato socialista. El jefe de UGT, Cándido Méndez, insiste en la tradicional honestidad de UGT, pero tendrá que esforzarse ahora mucho en demostrar que todo lo sucedido ha sido correcto, y su propia inocencia.
En el caso Urdangarin, el fiscal se lo está poniendo difícil al juez instructor Ruz, que ya dispone de una montaña de documentos, que para el fiscal no parecen ser suficientemente probatorios. Ruz también se halla con el escollo de la Infanta Cristina, para la que el fiscal no ve indicios de delito que justifiquen ser imputada. La Infanta Cristina parece ser que sólo firmó documentos muy comprometedores sin leerlos. Si se impone el fiscal y su filosofía sobre este caso, con un Urdangarin de pronto multimillonario (buen negocio la boda del jugador de baloncesto con una hija del Rey), veremos pronto a un Urdangarin haciendo otros negocios en París, en Washington o en Suiza (¿chi lo sà?) y a su esposa la Infanta Cristina residiendo y trabajando en Suiza, adonde podría también trasladarse su esposo.
También el caso “Gürtel” (Correa), que roza al PP, se prolonga hasta el infinito en un auténtico laberinto de cartas, documentos y, ¿quién sabe?, presiones. Casi topándose con el Gürtel salta por los aires el caso Bárcenas, ex tesorero del PP y mano derecha de su amigo Mariano Rajoy, hoy presidente del Gobierno. Qué fatalidad para el PP. Bárcenas, al revés que Urdangarin, está entretanto en el “trullo” (¿pero por cuánto tiempo?). La causa contra Bárcenas fue archivada por el juez Antonio Pedreira, que dictó el sobreseimiento provisional de las actuaciones en un auto de 29 de julio 2011, pero fue reabierta por la Audiencia Nacional en marzo de 2012. El 18 de enero de 2013, el diario “El Mundo” publicó que Bárcenas había presuntamente pagado sobresueldos en dinero negro por importes que supondrían de 5000 a 15000 euros. Una vez más, como en el caso Gürtel, el juez Ruz tiene que vérselas con un fiscal para quien los montones de documentos presentados al juez no bastan para mantener en la cárcel a Bárcenas. Podría darse el caso de que un Bárcenas en libertad se fugue, por ejemplo a Suiza, donde tiene sus millones de euros con el sudor de..., no de su frente, sino de la de todos los currantes.
El ciudadano de a pie se pregunta: ¿qué pasa con la justicia en la España democrática? ¿Tenemos realmente una democracia o más bien una corruptelacia. ¿De quién podemos realmente fiarnos? Existen hilos ocultos a nuestra vista que se cruzan y entrecruzan en un ovillo, con los resultados arriba expuestos.
La entrada en prisión de Jaume Matas, ex presidente del PP en Baleares y ex presidente del gobierno balear (en dos ocasiones), nos hace no perder del todo la confianza. Durante su actividad política fue condenado a pena de cárcel de seis años por doce delitos, entre ellos tráfico de influencias, falsedad en documentos y corrupción, pero no llegó a pisar la “trena” gracias a su abogado que, por entonces, presentó recurso de casación. ¿Cuánto tiempo permanecerá ahora Jaume Matas en la cárcel? ¿Habrá que preguntarlo en la madrileña calle Génova?
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