Con la Gran Coalición, los alemanes nos han dado un ejemplo de lo que es patriotismo, en el buen sentido de la palabra; es decir, posponer las diferencias ideológicas y entregarse a la estabilidad y bienestar de Alemania. Esto puede calificarse como “pragmatismo político”.
¿Por qué no es posible una Gran Coalición entre el PP y el PSOE? Porque las diferencias ideológicas son insuperables. El PSOE tiene una centenaria tradición democrática, mientras que el PP no ha soltado todavía sus amarras con el franquismo. Si no, veamos las nuevas leyes. La de Educación, la implantación de tasas para poder estudiar una carrera (con lo cual quedarán en la cuneta estudiantes de familias humildes, entre ellos posibles genios en su profesión) y la cantidad de trabas para llegar a la Universidad. Cierto es –y aquí no contradeciría al señor Wert– que España necesita una reforma de abajo a arriba. Es inadmisible que universitarios e incluso catedráticos cometan faltas de ortografía, o utilicen mal los modos de los verbos (el subjuntivo) o confundan el complemento directo masculino “le” con del femenino “la”. En la televisión hemos oído el disparate “ambos dos”. La lista sería interminable. Pero el señor Wert parece haberle dado prioridad a la voraz Iglesia católica y a la creciente privatización de la Educación si fallan las escuelas, los institutos y la Universidad. Hay otros caminos menos jesuíticos. ¿Y qué decir de ese engendro de ley para la seguridad de los ciudadanos? Si la ley entra en vigor, no podremos ya hablar de democracia en España. Es anticonstitucional porque equivale a aplastar dos de los derechos fundamentales: el de manifestarse y el derecho a la huelga. La alcaldesa de Madrid, Ana Botella daba prueba de sus raíces en el régimen anterior cuando llamó al ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz -derechista- para que enviase a los antidisturbios contra los huelguistas de la basura en el centro de Madrid. No nos olvidemos del antes “liberal” y ahora “derechista” ex alcalde de Madrid, Gallardón.
Pero hay otros motivos partidistas y estratégicos para que en España no sea posible una Gran Coalición como en Alemania. Mientras el PP chapotea en la charca de la crisis, el PSOE no quiere mojarse en estos momentos, con una crisis aún no resuelta dentro del partido respecto a la renovación y rejuvenecimiento del PSOE. Aunque el “pregonero de las buenas noticias”, Montoro, lo proclame a los cuatro vientos, es muy dudoso que a partir de Enero de 2014 España se haya recuperado, se hayan creado nuevos puestos de trabajo (¿firmes o precarios?) y podamos estar orgullosos de nuestro crecimiento. El PSOE no se fía de tales mentiras para levantar el ánimo de la clase media baja y de los que malviven abajo del todo, ocultando a la vez los nuevos recortes para 2014. Con la audacia con que Rajoy quería por todos los medios ocupar La Moncloa, las reconocidas mentiras que lanzó en la campaña electoral, fue el propio PP el que cargó con el marrón. Aun en esta situación, Rajoy no tendría el gesto de invitar al PSOE a que cerrase una coalición con el PP, colocando a socialistas en importantes ministerios.
Otro obstáculo para una Gran Coalición en España es la corrupción. Los dos grandes partidos PP y PSOE están como mínimo afectados por los grandes escándalos de corrupción a nivel millonario: caso Gürtel,(Correa), caso Bárcenas, caso Noos (que no puede dejar indiferente a la Casa Real) y caso Camps. La corrupción en el PSOE es diminuta en comparación con el PP, pero no menos reprobable: el vergonzoso caso de los ERES en Andalucía y la presunta subvención de la UGT por la Junta andaluza.
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