El pasado sábado, miles de personas hacían cola para despedirse del gran líder y luchador por los derechos humanos, Nelson Mandela, cuya lucha acabó con el odiado régimen fascista y racista del apartheid en Sudáfrica. Y el martes tuvo lugar el multitudinario funeral, al que acudieron cerca de cien Jefes de Estado y de gobierno para rendir homenaje y dar el último adiós a este hombre excepcional que cambió radicalmente y de forma pacífica el panorama político de Sudáfrica.
Mandela nació el 18 de julio de 1918 en Johannesburgo y falleció en Gauteng el 5 de diciembre de 2013. Fue presidente de la República Sudafricana de 1994 a 1999. Estuvo preso por sus actividades en favor de una Sudáfrica multirracial más de 27 años, maltratado por los racistas del apartheid. Tras su liberación el 11 de febrero de 1990, Mandela trabajó con el entonces presidente de Sudáfrica, de Klerk, que también estaba en contra del régimen de segregación racial entre blancos (los amos) y negros (los parias). Por su trabajo conjunto Mandela y de Klerk recibieron el Premio Nobel de la Paz de 1993.Posteriormente, Mandela ganó las elecciones libres y sin segregación racial y fue presidente de Sudáfrica desde 1994 hasta 1999.
Mandela se entregó en cuerpo y alma a la reconciliación nacional. El apartheid fue un rígido régimen sostenido en su mayoría por colonos holandeses y alemanes (minoría). Su último objetivo, además de apoderarse de Sudáfrica, que pertenece a la mayoría negra, era impedir que el comunismo se extendiera también por África y fuesen expulsados los intrusos, los colonos, que casi se habían apoderado del África negra.
Nelson Mandela es, no sólo para los sudafricanos negros, sino para toda la Humanidad, un símbolo del valor de la política puesta al servicio de la democracia, y de la obligación de defender la libertad, la igualdad y, en suma, los derechos humanos.
Mandela es ya parte de la Historia universal, como lo es Martin Luther King, asesinado en Memphis (EE UU) el 4 de abril de 1968, en uno de sus discursos a sus conciudadanos negros. Luther King acuñó el slogan del “orgullo negro”. También se extendió por aquellas fechas el otro slogan de “negro es bello”. El asesinato del líder negro no pudo detener el movimiento de liberación impulsado por él. Aunque en todos los países el racismo sigue existiendo, la herencia de Martin Luther King es unos Estados Unidos no segregacionistas, una mejor convivencia con la étnicamente compleja sociedad norteamericana. En Estados Unidos viven también, aparte de otras etnias, los “latinos” (sudamericanos), cuyo número se calcula en 52.447.594. El español ocupa ya en estados del sur (fronterizos con México) el segundo lugar, después del inglés.
Sin un Nelson Mandela y sin otro héroe como el pastor protestante Martin Luther King, tal vez EE UU no tendrían hoy a un presidente negro, Barack Obama.
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