Soraya Sáenz de Santamaría tiene tal vez la cabeza mejor amueblada de todo el PP. Es una política nata, bastante superior a su jefe Rajoy, a quien representa como vicepresidenta del Gobierno. Con su cara de mujer-niña, Soraya disimula las mentiras y endereza lo errores del presidente y los varones de la oposición ejercen contra ella una galante postura de desacuerdo. Aunque frecuentemente las afirmaciones de Soraya sumen en la incredibilidad a diputados opositores, sus réplicas no se convierten, sin embargo, en abucheos o broncas, sino en una cortés, no por eso menos enérgica respuesta o protesta.
Soraya Sáez de Santamaría podría muy bien ser presidenta del Gobierno y seguro que lo haría mejor que Rajoy, que en sus mítines parece una figura de guiñol y en el Congreso causa la impresión de hablar para sí mismo, para refutar, no lo que afirma la oposición, sino sus propias dudas sobre la veracidad de lo que está diciendo. Soraya lo hace mucho mejor, haciendo pensar a muchos si no será cierto lo que asevera. Soraya Sáenz de Santamaría es de los pocos políticos del PP que hay que tomar en serio, y mientras no se probara lo contrario, nada sospechosa de estar en algún chanchullo financiero de algunos de sus dirigentes, a los que ella, en razón de sus cargos, ha de exonerar en el Congreso o ante la prensa. Detrás de Soraya se ha escondido Rajoy para no explicar ante el Congreso el caso de Bárcenas, ex tesorero del PP e ex íntimo y mano derecha de Mariano Rajoy. Desde una postura de oposición hay que decir que hace muy bien las tareas que le encomienda su jefe. Hasta de realzar el no muy destacado papel que hace el presidente del Gobierno español en Bruselas, se encarga Soraya.
Si el PP ganara las próxima elecciones, transcurridos estos dos años de legislatura que le queda, no Rajoy sino Soraya debería ser el presidente del Gobierno. De Santamaría sería una buena gobernante, como lo es Angela Merkel, aunque en otras dimensiones. Y sería también un éxito para todas las mujeres que una de ellas desempeñase tal labor. Pero la canciller Merkel supo ir desplazando a su jefe y protector Helmut Kohl a un segundo plano. Soraya, por el contrario, es al igual que la secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, una fiel vestal del “dios” político Rajoy, encargado de mantenerse a sí mismo y al PP siempre en el poder.
Pero que nadie se equivoque: la encantadora Soraya puede ser muy peligrosa con su agudeza política. La “sirena” del PP.
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