El presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, sigue parapetado en el silencio, resultado del miedo
que le tiene a su ex tesorero Bárcenas, que podría acabar con su carrera
política.
No el cargo de Rajoy,
sino España está en juego. En unos momentos en
que nos golpea implacable la crisis y en los que surgen veleidades
independentistas, empujadas hacia adelante por el presidente de la Generalitat,
Arturo Mas (CiU), en alianza contra natura con los ultras separatistas de ERC.
El problema es histórico. España se hizo desde los Reyes Católicos con parches
de los diversos reinos y condados hispanos, que nunca se han sentido solidarios
con la idea de una nación. Hoy existe, sin embargo, entre las diversas regiones –menos en las periféricas-
un sentido de la unidad, que por su parte es mal interpretado por los llamados
españolistas (centralistas), que, a su vez, son solapadamente separatistas de
la derecha ultraconservadora. Pero, sobre todo la “sensata” Cataluña, que dicen
representar Arturo Mas y sus aliados, (dejo a un lado al País Vasco, que es
otro cantar), ofrece constantemente motivos para la crítica. ¿No es costosa megalomanía que la
Generalitat mantenga embajadas en el Extranjero?
El gobierno catalán no
posee la madurez política de, por ejemplo, los suizos (que reúnen a tres etnias
con tres lenguas y dialectos). También frente a España se puede plantear hoy,
tras tres décadas de democracia, la pregunta de que ¿por qué no ha de ser
posible en el siglo XXI poner los raíles hacia una Confederación Ibérica (tal
vez hasta Portugal podría mostrar interés)? Pero en este punto chocamos con la
estrechez de miras de los nacionalistas españoles. Alemania funciona muy bien
con su República Federal, construida por los aliados tras la Segunda
Guerra Mundial. Señalaré aquí que
también, antes de la República de Weimar y Hitler, en Alemania existió una
monarquía federal.
El Rey solo no puede
resolver el problema español. Necesita de partidos fuertes y bien avenidos en
tiempos de crisis económica y política, como la que estamos viviendo en nuestro
país. Los partidos mayoritarios, por encima de las ideologías deben formar un
bloque homogéneo para que España no sólo suba, sino que perviva. Rajoy tiene
que hablar y, en caso dado, dimitir. Salvo verbalmente, hasta ahora no ha
solucionado ningún problema, ni siquiera el que tiene él y el PP con Bárcenas.
Negro futuro.
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