Tenemos ya a Bárcenas
hasta en la sopa. El ex tesorero del PP se ha convertido en la estrella de la
corrupción entre los peperos y de la “financiación ilegal” de su partido. En
estas condiciones cabe esperar una declaración del presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, en sede parlamentaria. Pero Rajoy, que elude a los periodistas,
se limita a lanzar al aire frases jeroglíficas, como “hay que hablar de lo
mejor”. La prensa tendría que limitarse a resaltar los “éxitos” de Rajoy en la
lucha contra el paro, sus conversaciones en Bruselas y las alabanzas que
reciben en Europa “sus reformas” para
superar (¿en cuántos años?) la crisis. Rajoy cuenta con las simpatías de su buena
amiga, la canciller alemana Merkel, que, como es comprensible, sólo barre para
adentro. Otros dirigentes del PP, como su secretaria general, de Cospedal,
recurren al refranero: “Que cada palo aguante su vela”. Los demás estómagos
agradecidos en el PP, como el ultraconservador (antes, como alcalde de Madrid,
de “talante liberal”), Ruiz Gallardón, repiten ante los informadores que “por
Rajoy ponen la mano en el fuego”. Y es que Bárcenas, en su quizás confortable
celda, se dedica a jugar a las pajaritas de papel y lanza por su “¿enrejada?”
ventana anotaciones que van a parar a
las manos del director de El Mundo, Pedro J. y en las que figura entre los
“agraciados” por la lluvia de euros, el propio Rajoy. Y, por último, está la mayoría que lanza al PSOE el
infantil: “¿y tú, qué?”, canjeando los escándalos del adversario, el PSOE,
(caso de los Eres en Andalucía o del ex ministro socialista Pepe Blanco) por la
propia corrupción.
En fin. Ante este
panorama, da vergüenza declararse español en el extranjero. Pero esto no puede
servir de pretexto a los dirigentes nacionalistas y separatistas catalanes para
exigir la independencia. Basta con recordar el escándalo del Palau (CiU, Pujol)
y la gestación de la fortuna de los Pujol, para que cierren el pico.
España ocupa ya el cuarto
lugar en la lista de países corruptos. Como sigamos así, lo único que podremos
exhibir es el supuesto brazo incorrupto de Santa Teresa.
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