Atalaya: 77

 

Mi destino ha querido que hoy cumpla 77 años.

Como millares de niños españoles, tuve la mala suerte de venir a este mundo 13 días después de la sublevación del general africano, Franco. Para poder aplastar la legalidad republicana, el “patriota” recibió ayuda militar de los fascistas Hitler y Mussolini, con carta  blanca para que su modernísimo armamento pesado (artillería y aviación) bombardease ciudades españolas (francas o no francas). Y por si el terror era poco, el africano Franco alquiló moros al sultán de Marruecos para que mataran a  sus compatriotas y forzaran a las españolas, siempre y cuando éstos perteneciesen al bando republicano.

 

Viví la dictadura de la camisa azul y la sotana en mi juventud. Ahora me limito a escribir lo que pasó y lo que vi. Para los republicanos de mi edad, como para mí, aquello fue una pesadilla, avalada por la derecha española de toda laya. Veo con satisfacción que en España va surgiendo una derecha civilizada, occidental, europea. Deseo a las generaciones que me sucedan que la derecha cerril, que aún existe en nuestro país, vaya desapareciendo de las palancas del poder (disfrazada de demócratas) y que una derecha democrática al cien por cien comparta con la  izquierda el afán por hacer una España cada vez mejor. Memoria histórica: que por fin no haya más vencedores y vencidos.

 

Cuando era pequeño, 80 años eran la cumbre de la senectud. Ahora, cuando tantos familiares, amigos, conocidos e incluso adversarios van desapareciendo, he de asimilar, como todos los de mi generación, que ahora nosotros ya estamos en “primera fila de playa”.

 

¿Miedo a la muerte? Tristeza de desaparecer, de no estar y de no ser. Puede que la Ciencia consiga alargar todavía más en el futuro la expectativa de vida del ser humano. Pero ¿de qué servirá si el humano no gana también en libertad bien entendida, en solidaridad, en auténtica democracia y en madurez? ¿Y si, por  el contrario, se inventan nuevas formas de la explotación del hombre por el hombre?