El pasado sábado, las ya viejas glorias del PSOE festejaron los “30 años” de Felipe González. Hubo mucho de nostalgia entre los veteranos, que habían vivido el “exilio interior”, la persecución e incluso hasta la cárcel por el delito de ser socialistas. En primera fila desentonaban manifiestamente José Luis Rodríguez Zapatero y su catastrófico sucesor al frente del PSOE, Pérez Rubalcaba.
Es como mínimo extraño que al calamitoso candidato a sucesor de Zapatero se le permita seguir dirigiendo un partido, dividiéndolo al propio tiempo, como el PSOE, en el que en sectores más jóvenes se percibe claramente el clamor por una renovación, un rejuvenecimiento y una puesta al día del programa socialista de cara al futuro, que ya ha comenzado, desde un presente política y económicamente más que alarmante.
Sobre todo el socialismo está en el punto de mira de los que desde posturas neoconservadoras desean arrasar el paisaje político, llegando a una especie de partido único (neo) liberal, cuya meta es abandonar el llamado capitalismo “de rostro humano” (Estado de bienestar) para establecer un dominio ideológico de lo que eufemísticamente se denomina “liberalismo”, que es todo lo contrario de la ideología de la libertad y de la tolerancia. En este orden de ideas, significa “manos libres para la explotación capitalista”.
El neoconservadurismo es, por lógica, también enemigo del sindicalismo. En España existe ya un partido, el PP, que con algunas reformas más derechistas podría servir a los designios del capital duro. Razón de más para que en el PSOE sean apartados los “viejos elefantes”. Es hora de que el partido socialista español recobre un programa de choque y de iniciativas, acorde con el presente y enfocado hacia el futuro de libertad, democracia y solidaridad social.
Lo mejor que hubiesen podido hacer Zapatero y Rubalcaba es sentarse en la fila de atrás, o, todavía mejor, quedarse en casa.
Manuel, creo que te has pasado un poco esta vez.
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