No las pienso leer ni siquiera si los Reyes Magos me traen ese regalo envenenado. Y por dos causas. La primera porque José María Aznar y su prepotencia de nuevo rico bajito me caen como una patada en el hígado. La segunda razón es menos subjetiva: casi todos los medios de comunicación (incluso el programa de Intereconomía “Mas se perdió en Cuba”) le acusan, como mínimo, de tener fallos en la memoria.
Me refiero, naturalmente, a la primera parte de las memorias de José María Aznar publicada a bombo y platillo por Editorial Planeta, que se promete un gran éxito de ventas entre los nostálgicos del “caudillín” de cara a las futuras fiestas navideñas. Claro que para algunos no serán muy agradables, especialmente para todos aquellos obreros de la construcción y empresas ligadas al sector, actualmente sin empleo o en bancarrota, que surgieron como setas y fueron especialmente mimadas durante las legislaturas en las que “Ánsar” (George Bush dixit) dirigía el destino de nuestro país.
Por mucho que se empeñe José Mari, que estoy convencida que conseguirá vender un montón de ejemplares entre sus numerosos seguidores (¡qué mala es la nostalgia que convierte lo malo en bueno!) su versión de la verdad dad no coincide con la realidad. Y eso se lo dice alguien que considera a su sucesor ZP como uno de los peores gobernantes que ha tenido España en toda su Historia.
En este primer volumen, dicen los críticos de la prensa que lo han leído y comentado, Aznar se centra en los recuerdos de su infancia, de su juventud, de su paso por la universidad, de cómo conoció a su esposa (tal para cual, según ha demostrado en el desgraciado caso “Madrid Arena”) y de su imparable ascenso a la dirección del PP gracias a la protección (aunque él no la llame así) del controvertido don Manuel Fraga Iribarne.
Bueno, ya lo saben: Si quieren leer una historia novelada muy parecida a un guion al más puro estilo de Hollywood (según las voces críticas), no duden en acudir a la librería más próxima para adquirir esa obra de ciencia-ficción. También pueden dejarlo estar y centrarse en algún libro más serio para regalar a sus seres queridos en estas próximas Navidades, como pienso hacer yo.
Margarita Rey
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