lunes, 19 de octubre de 2009

La crisis

Lo que estamos viviendo no es sólo la crisis del neocapitalismo, el llamado neconservadurismo o neoliberalismo, sino la crisis de la democracia del siglo XIX y con ello la crisis del socialismo, del movimiento obrero, del sindicalismo y de todos los intentos de la izquierda democrática por convertir al capital en "socio" en la sociedad democrática, que aspira a la desaparición de todos los enfrentamientos y desniveles de los intereses del capital y del trabajo por una vía pacíifica, acabando así con la "lucha de clases".



Pero el capitalismo no cambia. Por mucho que en la izquierda socialista se halla hablado del "capitalismo con rostro humano", el capitalismo sigue siendo explotador y depredador. Es cierto que en la Ley Fundamental (Grundgesetz) de la República Federal de Alemania se establece la responsabilidad social de la propiedad, pero el capitalismo alemán, como el de todos los países, sólo conoce un objetivo: el lucro, y no se para en escrúpulos para conseguirlo: la última táctica es el traslado o deslocalización de empresas a países de bajo nivel salarial y débil sindicalismo,sin que le importe los millones de parados que puede haber en sus países de origen. Aquí han fallado los sindiatos, que no han sabido revitalizar a las organizaciones supranacionales laborales ya existentes (como la CIOSL, Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres), o fundar una nueva organización supranacional, que defienda los intereses de los trabajadores en todas partes donde éstos sean lesionados. Los sindicatos nacionales, quizá un poco con la excepción de sindicatos fuertes alemanes (Verdi (servicios públicos) o IG Metall (sindicato metalúrgico) son frágiles y, como en España UGT y CC OO, carecen de los suficientes afiliados para constituir un severo correctivo del capitalismo. Tampoco ha servido de mucho la llamada "economía social de mercado" ("Soziale Marktwirtschaft"), presentada con el tiempo como un escaparate de la igualdad entre capital y trabajo, pero que ha sido completamente dejada de lado por el capital al adquirir éste su forma neoconservadora o neoliberal, que ahora ha entrado en una crisis que arrastra a todos: a los estados, los gobiernos, los trabajadores y los políticos. Es una grotesca ironía que el capitalismo que siempre ha estado en contra del Estado, del control por parte del Estado, por "cada vez menos Estado: la desestatalización, ahora se deje ayudar por el Estado recibiendo cantidades de millares de millones de euros, que lejos de invertir en favor de los trabajadores, se los embolsan tranquilamente para superar "su" crisis.

La crisis también es un fracaso del socialismo o, mejor dicho, de la socialdemocracia, fórmula ideada por una parte para distanciarse del socialismo no democrático (el comunismo) y por otra para aproximarse a los capitalistas como "socios de igual a igual", para lo cual los socialdemócratas renunciaron (los alemanes en Bad Godesberg, los españoles, a la zaga de la socialdemocia alemana, en Madrid), entre otras señas de identidad, al marxismo. Puede que el marxismo esté desfasado, pero, bajo otro aspecto, siguen teniendo vigencia muchos de los análisis de Marx. La socialdemocracia (incluído el PSOE) ha contribuído desde el gobierno o desde la oposición a elevar el nivel de vida de los trabajadores, pero también ha pervertido el sentido de locación social de muchos de éstos, incluídos en la clase media y consumista, y que al ser autónomos o pequeños y medianos empresarios, se han concebido ya como empresarios. Es este sector de la clase trabajadora el que más duramente está sufriendo ahora las consecuencias de la crisis, y, curiosamente, el que, en su totalidad, más parados genera.

Vivimos tiempos de mediocridades en la derecha y en la izquierda en la mayoría de los países democráticos. España no podía ser una excepción. Pero sólo una revitalización del socialismo y del sindicalismo (¿qué ha sido de la IS, Internacional Socialista, que en ningún lado se habla de ella, al contrario que la OMS con su pandemia de gripe porcina?) Los partidos de izquierdas y los sindicatos están sufriendo una gripe peor: la gripe de sus propias contradicciones. Un ejemplo de esta gripe: José Luis Rodrígez Zapatero con su política apocada de concesiones, entre otras, a El Vaticano y a la Iglesia nacionalcatólica española y su miedo a que España sea oficialmente un Estado laico, por muy católico que sea su Jefe de Estado, el Rey. El catolicismo de Juan Carlos es un asunto totalmente privado, que no debiera frenar a Zapatero. Es esto harina de otro costal, que merecería un comentario aparte, pero, se quiera o no, también pertenece a la crisis mundial de capitales, trabajo, gobiernos, gobernantes, políticos y de la sociedad moderna, que estamos viviendo, aunque sólo haya estallado por lo económico.

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