Mientras que no se solucione el desmedido poder que se arroga la Iglesia nacionalcatólica en y sobre la sociedad española, la democracia española estará hipotecada por uno de los más fuertes poderes fácticos heredados del franquismo.
Es engañoso el argumento de la Iglesia nacionalcatólica de que España es mayoritariamente católica. Por tradición, los niños son bautizados en la fe católica, comulgan con ella y una mayoría de ciudadanos se casa ante un altar católico. Pero en el fondo se trata de "ceremonias paganas", que sirven de pretexto para montar una gran fiesta. Pero calculando generosamente sólo un 20% de los españoles son católicos verdaderamente practicantes. La Iglesia se basa en denominadas asociaciones de familias o de padres para fundamentar su incidencia social. Las manifestaciones que el clero lanza contra el gobierno socialista, están organizadas con el apoyo de los derechistas del PP, los ultraderechistas y las mencionadas asociaciones católicas (cortina tras la que se esconden los obispos).
Existe una extraña contradicción en la postura de los padres católicos: de una parte protestan rabiosamente contra la asignatura "Educación para la Ciudadanía" (que, por lo demás existe en otros países deEuropa: en Alemania se llama "Staatsbürgerkunde"), a la que acusan de querer "adoctrinar" a los alumnos, (el objetivo real es que los jóvenes se conviertan en buenos ciudadanos y conozcan sus instituciones). Sin embargo, los mismos padres toleran la indoctrinación de sus hijos por parte de la Iglesia, deformando los jóvenes cerebros con toda clase de absurdas afirmaciones, fabulaciones e incluso mentiras a la luz de la ciencia, en catequesis o en las clases de religión de los colegios católicos concertados. Además, la Iglesia exige la presencia del crucifijo en las aulas, como signo de identidad religiosa, también para los alumnos no católicos.
La Iglesia nacionalcatólica española parece creer poder contar con el hecho de que el Jefe del Estado, el rey Juan Carlos, sea un fervoroso católico. Pero el catolicismo de Juan Carlos y el de la Casa Real no puede abandonar la esfera de lo estrictamente privado. En la Constitución se denomina al Estado español como aconfesional. Tendría que haber dicho: "laico". Pero aun así, no es correcto que en visitas oficiales del papa a España, Juan Carlos hinque la rodilla y bese el anillo papal. Los reyes de España tienen perfecto derecho a acudir a las audiencias papales privadas que deseen y rendirle todos los honores de creyentes católicos a la cabeza visible de la Iglesia. Pero en una visita de Estado a El Vaticano, los reyes de España no pueden (no deben) inclinarse ante el papa como los demás fieles católicos.
Un ejemplo de conducta correcta lo da el presidente francés Sarkozy, que recibe al papa erguido y con un apretón de manos. Sarkozy representa a todo el pueblo francés y no a un credo religioso.
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