Existe una cuestión pendiente de nuestra democracia, aunque, ante los acuciantes problemas que acosan y agotan al Gobierno socialista, parece ya relegada a un oscuro rincón de la Historia. Me refiero al Valle de los Caídos, monumento faraónico construído entre 1940 y 1958 por, en su mayoría, presos políticos del franquismo, que así redimían penas con su trabajo. El monumento está situado en el municipio de San Lorenzo de El Escorial en la sierra de Guadarrama, sobre el valle de Cuelgamuros. El asunto podría considerarse una fruslería si no fuese por la circunstancia de que es el más grandioso símbolo del fascismo español representado por el dictador Franco, cuyos restos descansan allí, junto a los del fundador de la Falange, José Antonio, además de millares de restos de fallecidos en ambos bandos. Nadie preguntó a las familias de los muertos republicanos si querían que los restos de sus seres queridos descansaran en aquel lugar. Fueron conducidos allí en camiones por orden del propio Franco.
El Valle de los Caídos es el lugar predilecto de peregrinaje de fascistas y nazis españoles e internacionales, que celebran en aquel lugar asambleas y se muestran especialmente agresivos contra quienes ellos consideran demócratas. Los ultraderechistas españoles mantienen en el Valle de los Caídos una especie de mercadillo, en el que ofrecen toda clase de objetos y símbolos franquistas-fascistas y nazis. Entre los libros que ofrecen a los visitantes, además del opus de José Antonio, figura el criminal libro de Hitler "Mi lucha". Se da la circunstancia de que los derechos de propiedad de este libro, prohibido en Alemania, los tiene el Gobierno del land de Baviera, que persigue judicialmete a quienes lo reediten en la lengua original (alemán, "Mein Kampf") o en traducción.
¿Qué hacer con este pétreo monumento del franquismo, que es como una mancha grasienta en el paño de la democracia española? En mi opinión sería un error derribarlo. ¡Cuántos sufrimientos, cuántas muertes de prisioneros republicanos están esculpidos en las rocas del monumento de Cualgamuros! ¿No sería mejor convertir el Valle de los Caídos en un símbolo de todo el pueblo español? En su monumento contra los crímenes del nacionalsocialismo, los alemanes escribieron: "Nie wieder!", nunca jamás. En el lugar de la gigantesca cruz podría ponerse esta inscricpión: "Nunca jamás". Yo dejaría descansar allí a los muertos, incluido el sangriento tirano, permitiría que los familiares de los muertos republicanos se llevaran sus restos a un cementerio, si así lo desean para tenerlos más cerca. Eso sí, habría que impedir las concentraciones violentas de los fascistas y cerrar su mercadillo. Es una tarea que podría asumir la Guardia Civil, que seguramente no tendría que actuar largo tiempo. Si nadie les hace caso, si el Valle de los Caídos pertenece a todos los españoles, los ultraderechistas acabarían por abandonar. La capilla podría ser convertida en un museo sobre los horrores de todas las guerras.
Manuel Moral
No hay comentarios:
Publicar un comentario