Es preocupante el deterioro que está sufriendo el castellano y del que son culpables, en primera línea, los medios de comunicación, así como las escuelas, colegios, institutos y facultades de periodismo. Recientemente oí decir a un político en el Congreso de los Diputados que "eso no lo ha dicho delante mía". Señoría, "delante" (como "detrás") no son substantivos, son adverbios, no admiten pues el pronombre posesivo. Lo correcto es decir: "delante de mí" ("detrás de mí").
Está desapareciendo del castellano el pronombre relativo y posesivo "cuyo". Oímos o leemos frecuentemente frases como: "El padre, del que el hijo trabaja en un ministerio". Lo correcto es: "El padre, cuyo hijo..." También está desapareciendo el subjuntivo. En los medios apenas se emplea. Suele oírse (o leerse): "El hecho de que ha venido es una buena señal". En buen castellano se dice: "El hecho de que haya venido..." "Si usted no había vendido el terreno, no se había construido" (Correcto: "Si usted no hubiera vendido el terreno, no se hubiese construido". Ahora se emplea exageradamente mucho el pretérito imperfecto de indicativo, que se usa en narraciones literarias con valor actualizante del pasado. Oímos o leemos: "La Guardia Civil detenía a los delincuentes..." Correcto: "La Guardia Civil detuvo..." "El edificio se derrumbaba a las tres de la tarde". Correcto: "Se derrumbó..." Creen los periodistas, quizás se lo habrán enseñado así, que el uso del pretérito imperfecto en vez del indefinido es más elegante. Este modo lo hallamos en narraciones históricas, por ejemplo: "Felipe II daba la orden de que zarpara la Armada Invencible".
El "leísmo" ya no hay quien lo pare. ¿Es tan difícil distinguir un complemento directo de un indirecto? A una mujer ya no la vemos, ahora se dice "le vemos". No la llamamos, "le llamamos". La forma "le" es correcta cuando se trata de un complemento indirecto: "le regalamos (a ella) unos libros". Se dice ciertamente: "el maltratador le pegó a su víctima" o "le dió una paliza", pero no es correcto decir "le maltrató (a ella)", sino "la maltrató".
¿A quién en la radio o en la televisión se le habrá ocurrido la genial idea de decir "ambos dos"? Pues este disparate ya lo hemos oído casi diez veces, tres de ellas en TVE1.
No voy a detallar los casos en que se acentúan mal las palabras. Excedería la longitud de mis reflexiones. Dejemos a un lado la falsa pronunciación de Nobel ("N(ó)bel), que en realidad es
Nob(é)l, ya que es un apellido francés con acentuación aguda. Somos el único país en Europa Ocidental que pronunciamos así el nombre del inventor de la dinamita y en cuyo honor se instituyó el prestigioso premio. Este error de pronunciación lo comete en España casi todo el mundo. También somos el único país de la Unión Europea que pronuncia "élite", que es incorrecto, en vez de "elite", que es lo correcto. El palabro "élite" se lo debemos al diario "El País", que lo puso de moda. Otros dos ejemplos de mala acentuación: el presente de indicativo de "adecuar" es "adecuo" (no, adecúo) y el de "evacuar" "evacuo", no "evacúo". La Real Academia de la Lengua es ahora muy generosa en aceptar desviaciones de la norma, como si pensara que la democracia o la libertad consiste en que cada uno use el castellano como quiera. Antes la Academia "limpiaba y daba esplendor", los académicos actuales parecen no estar por la labor y se limitan a consignar en vez de corregir. Haría falta una mayor vigilancia de las clases de lengua española en escuelas, colegios e institutos (y también universidades), pues ahí sospechamos que está el quid del mal uso del castellano. Defendemos la enseñanza del español en Euskadi y en Cataluña, y, los castellanos son los primeros en tratar a puntapiés a su lengua materna.
Si un académico tan insigne como Lázaro Carreter no consiguió con sus magníficos artículos en ABC o en "El País" cambiar algo, el deterioro del castellano será imparable.
Manuel Moral