miércoles, 19 de noviembre de 2014

Curiosidades: Historias de anacondas



Los fines de semana me gusta, entre otras cosas, dedicarme a buscar noticias curiosas y atemporales en la red para publicarlas de vez en cuando en este blog.

Así fue que descubrí una crónica sobre un grupo de pescadores brasileños que encontró una anaconda gigante (que, a juzgar por su aspecto orondo, se había merendado no hacía mucho a un animalito que todavía no había digerido por completo) en el río por el que navegaban y, para que no creyésemos que se trataba de uno de esos “cuentos de pescador”, filmaron todos los pormenores con una cámara casera. Bueno, en realidad, la que capturó las escenas en vídeo fue la esposa de uno de ellos, que les acompañaba.

La serpiente, que medía aproximadamente cinco metros, fue descubierta en Mato Grosso do Sul, en un meandro del río Santa María de Maracajú, cerca de la orilla. Los pescadores primero se asombraron, luego se alejaron y, después regresaron para coger a la anaconda por la cola, arrastrarla y, finalmente, liberarla. Aunque acosaron al bicho con un remo, los pescadores  no parece que llegasen a hacerle ningún daño.

Pero la cosa no quedó aquí, al colgar el vídeo en YouTube (visto por cientos de miles de personas), se encontraron con la sorpresa de que la Policía Militar Ambiental brasileña les multó con unos 630 dólares por cabeza.

En Brasil, la leyes de protección de la fauna silvestres muy estricta y prohíben terminantemente “matar, cazar, capturar, o perseguir especímenes de la fauna silvestre sin permiso”. Por ello, a los pescadores les podrían caer ahora, además de las multas citadas, penas de hasta un año y medio a la cárcel.
 
Otra historia impactante, que puede que ustedes hayan visto ya publicada en algún periódico, que también tiene que ver con una anaconda, es el anuncio por parte del canal de televisión Discovery Channel de que el próximo 7 de diciembre se retransmitirá el experimento de un hombre que será tragado vivo por una anaconda de espectaculares dimensiones. No sé a quién se le habrá ocurrido esta especie de espeluznante “reality” (a mí me parece que, por mucho de que lo anuncien como “en directo”, el programa está grabado con antelación) pero, desde luego, el guion es tremebundo.

El programa se llama “Eaten Alive” (Comido vivo) y el protagonista es un tal Paul Rosolie (un trotamundos de 31 años, muy popular en los EEUU). Este aventurero se dedica a viajar por todo el mundo en busca de vivencias extremas, que son rodadas y vendidas al mejor postor. Esta vez, protegido por una vestimenta especial, a medias entre el atuendo de un buzo y un traje espacial,  embadurnado con sangre de cerdo para despertar el apetito del monstruo, Rosolie se dejará engullir en Amazonia por una anaconda gigante. El traje, una virguería que le permitirá respirar oxígeno a través de unos conductos y no sufrir daño orgánico alguno mientras esté dentro del gigantesco ofidio, está provisto de un cable para que puedan tirar de él desde fuera. De esta manera, Paul será extraído del interior de la serpiente y volverá a ver la luz del día, no sin antes haber filmado con una minicámara todo el experimento desde el aparato digestivo de la anaconda.
 
Ni les cuento el revuelo que se ha armado al publicarse en EEUU los anuncios promocionales del controvertido documental. Las redes sociales se han colapsado y se ha iniciado una recogida de firmas por parte de grupos animalistas como PETA para evitar su emisión. Hasta ahora, lo único que han conseguido es una campaña publicitaria gratuita para Discovery Channel. De momento, el tráiler promocional publicado por este canal de televisión en YouTube ya ha sido visto por más de 3.000.000 de personas.
 
Aunque Paul, a quien los animalistas acusan de “maltrato animal”, mantiene firmemente que la anaconda no sufre (o sufrirá) ningún daño, yo no lo tengo tan claro. A mí nadie me puede hacer creer que los alargados y delgados órganos internos de la serpiente, por muy flexibles que sean, no pueden llegar a desgarrarse mientras se rescata al “explorador de serpientes” del estómago de la anaconda. A menos que, ésta sienta arcadas en el intento y, simplemente, lo vomite (lo que ya de por sí supondría una tortura para el pobre bicho que, hasta la llegada del “naturalista”, vivía tan tranquilito en su selva).

En todo caso, a mi parecer,  una asquerosidad de experimento, sin ningún valor para la ciencia. Ojalá que las  protectoras de animales consigan su objetivo y logren parar la retransmisión, “en vivo y en directo” según Discovery Channel, y pongan a los responsables una multa que los crujan.
 
Margarita Rey


Fuentes: El Nacional (elnacional.com)
               Movie Pilot (moviepilot.de)
               Daily Mail (www.dailymail.co.uk)
               El Periódico (elperiodico.com)


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