lunes, 10 de febrero de 2014

Atalaya: Campos de acogida para inmigrantes ilegales


La Unión Europea ha tomado por fin  postura en el dramático fenómeno de la inmigración ilegal, especialmente procedente del África negra. Los países mediterráneos europeos (pero tampoco los nórdicos, como Holanda o Dinamarca), no pueden asimilar a los 500.000 inmigrantes por año. La UE ha llamado a los países más afectados   a que tomen medidas comunes, pero que respeten la dignidad de los inmigrantes y su derecho humano a la libre circulación. Bruselas propone la creación de “campos de acogida”, calificados por las organizaciones humanitarias como “campos de internamiento”. La palabra despierta una desagradable, pero injusta asociación con los campos de concentración y de exterminio del holocausto cometido por los nazis.

Los campos de acogida dispondrán de espacios suficientes para acoger a aquellas personas que se han gastado todos sus ahorros para emigrar ante la miseria de sus países natales y han dejado atrás seres queridos y amistades para tratar de arribar a países europeos, donde esperan mejor fortuna. La situación de crisis económica  en los países de llegada parece no importarles a quienes no tienen nada y están dispuestos a perder la vida en las azarosas travesías en pateras o barcos desvencijados para tener al menos una oportunidad de ganarse el sustento. Los emigrantes subsaharianos saben que sus gobiernos no los readmiten, anulando su nacionalidad  para hacer más difícil la repatriación.  

Las mafias de tratantes de seres humanos, que son lo primero que Europa con sus servicios de inteligencia y una policía especial europea (Holanda está dispuesta a colaborar), tendría que desmantelar, recurren  al truco de embarcar a mujeres embarazadas o con niños, porque saben que los países de la UE no expulsan a menores de edad, de los que se ocupan los servicios sociales.
 
España proyecta construir campos de acogida para inmigrantes ilegales, que dispondrían de atención  médica, dormitorios, comedores y otros servicios. Los campos estarían en Canarias, Ceuta, Melilla, en Málaga, Madrid y Barcelona, entre otros sitios. El periodo de estancia de los inmigrantes sería ampliado de 40 a 60 días. Lo más difícil es la repatriación, ya que los emigrantes son declarados apátridas por los respectivos gobiernos, que también se benefician del éxodo de sus ciudadanos, en su mayoría jóvenes sin futuro. En años pasados parece haber habido una especie de cooperación entre las autoridades francesas y españolas en el transporte en avión a un lugar de Argelia. De todas formas, la expulsión de los africanos, que en su mayoría destruyen sus documentos de identidad, no será tan fácil.
 
La isla siciliana de Lampedusa se convirtió el 03.10.13 en un fanal del horror, al perecer ahogados ante sus costas 200 inmigrantes negros, sin que las patrulleras italianas pudiesen hacer nada parar rescatarles del mar, aunque sí lograron salvar a algunos pasajeros de la patera.

La UE propone negociaciones con gobiernos norteafricanos, como Túnez, Marruecos, Argelia, Mauritania y Libia para que acojan a inmigrantes expulsados a cambio de una subvención. En Lampedusa existe una gran tensión, que inquieta al gobierno del Quirinal. El número de inmigrantes supera ya al de habitantes de la isla.

Tensión existe también  en Melilla, donde el gobierno español ha ordenado que se equipen con cuchillas las vallas que separan a Melilla de Marruecos. Aún así, decenas de subsaharianos escalan la valla, hiriéndose las manos. Se enfrentan a pedradas  a la guardia civil. Estos inmigrantes se encuentran en un callejón sin salida. Mientras las autoridades españolas rechazan su entrada en Melilla, la policía marroquí carga brutalmente contra ellos. Una de las duras medidas que adopta el reino  alauita es transportar en autobús al desierto, abandonándolos allí, a inmigrantes que no habían podido entrar en Melilla.
 
 
 

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