jueves, 6 de febrero de 2014

Atalaya: Blas Piñar



Sin pena ni gloria, el último líder  de la extrema derecha española, Blas Piñar,  falleció a los 95 años de edad, el 28 de enero en Madrid. Fue el fundador del partido fascista, Fuerza Nueva, que anteriormente había sido una Editorial, que publicaba artículos ultraderechistas. Durante la transición, de la cual fue acérrimo adversario,  Blas Piñar intentó, como Manuel Fraga Iribarne, la formación de un partido político con los fragmentos del derruido Movimiento. Fuerza Nueva era una fuerza de choque contra los llamados rojos (todos los críticos del Movimiento, en especial los intelectuales) y no halló su lugar en el marco de un régimen democrático. La mayoría de los miembros del  proyectado nuevo partido se pasaron a Alianza Popular, de Fraga, que también se malogró  nada más echar a andar. Fraga refundó el partido con el nombre de Partido Popular (PP), que actualmente es la fuerza política mayoritaria en España.

“Fuerza Nueva” era un partido, en un régimen sin partidos,  con marcado carácter católico y “patriótico”, cuyo  lema era “Dios, Patria y Justicia”. Durante el régimen franquista Blas Piñar fue, entre otros altos cargos, Consejero Nacional del Movimiento y Procurador en Cortes. Gozaba de la estima de Franco, que le elogiaba por su ardor en la lucha contra los “enemigos” de dentro y de fuera de España.

Aunque incondicional de su “Caudillo”,  Blas Piñar consideraba como demasiado liberal el régimen nacido con el golpe de estado de Franco en julio del 36.  Su pensamiento político era una mezcla entre clerical  y totalitario.

Pasa el tiempo y con él van desapareciendo los cómplices del dictador de El Pardo, poderosos representantes del llamado  “Glorioso Movimiento Nacional”. Especialmente sobre los demócratas de la generación  del 36, también ya en edad avanzada, testigos de la posguerra y de la dictadura, recae la obligación de que los jóvenes adquieran una visión clara y verídica, sin maquillajes ideológicos, de lo que fue la España de 1936 a 1975,  para que aquel oprobioso capítulo de nuestra atormentada historia no vuelva jamás a repetirse.
 
 

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