Hacía tiempo que estaba “missing”, pero el diario El País se encargó de recordarnos su existencia y todos los telediarios airearon el motivo. Me estoy refiriendo al ex presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps (el de los trajes de la Gürtel).
Si Francisco Camps (desde 2012 imparte clases en la Universidad Católica de Valencia - San Vicente Mártir, propiedad de una fundación arzobispal no exenta de polémica) vuelve a ser noticia, se debe entre otras cosas a un asunto que nada tiene que ver con el caso Gürtel, principal causante de su dimisión en 2011, sino con su tesis doctoral “Propuestas para la reforma del sistema electoral”, presentada el 10 de febrero de 2012 en la Universidad Miguel Hernández de Elche y calificada por el tribunal examinador con un “sobresaliente cum laude”. Por cierto, ese día medio centenar de jóvenes cercanos al movimiento 15-M le estaban esperando frente a la universidad ilicitana, donde se celebró el acto, para abuchearle con gritos de “corrupto” y “sinvergüenza”, restando así solemnidad al momento.
Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Y todo hubiese seguido así por quién sabe cuánto tiempo de no ser por la curiosidad de un tal Jorge Urdánoz, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad Pública de Navarra, que quiso consultar la obra de Camps. Urdánoz, que está preparando un ensayo sobre la reforma electoral, se encontró con la gran sorpresa de que el trabajo había sido blindado por su autor, algo inusual en el mundo universitario, donde este tipo de trabajos suele ser de público acceso. Lo más curioso del caso es que Urdánoz intentó por tres veces hacerse con un ejemplar de la tesis doctoral, pero nadie contestó a sus correos, ni tan siquiera el propio Camps, a quien había contactado a través de su secretaria.
Según El País, Camps se llamó Andana cuando le preguntaron por la razón del blindaje. Es más, su sibilina respuesta: “es la primera información que tengo. No tenía ni idea. Me alegro de que alguien se interese por mi trabajo” suena a evasiva en toda regla. Estas declaraciones, que están en contraposición con la base de datos de la Universidad Miguel Hernández, según la cual la tesis está custodiada por orden expresa de Camps (si bien existe una copia en la biblioteca, nadie puede acceder a ella) han dado pie a toda clase de elucubraciones.
¿Por qué tanto secretismo en torno a una simple tesis doctoral? ¿Qué es lo que trata de esconder Camps con tanto empeño? Sería hasta cierto punto comprensible si se tratase de un descubrimiento científico de relevancia o de una patente, pero es bastante insólito en el caso de un trabajo de Derecho Institucional que no precisa de una protección especial.
Por lo poco que se ha sabido sobre su contenido, Camps proponía en su tesis una reforma de la Ley electoral con la instauración de un sistema de listas abiertas para los comicios autonómicos (una propuesta que, por aquel entonces, sólo reivindicaba el 15-M). Pero eso no parece ser el motivo. Mentes suspicaces se inclinan más bien a pensar que en la disertación podría haber gato encerrado. Algo así como lo que obligó en su día a dimitir al Ministro de Defensa alemán, Karl-Theodor zu Guttenberg, cuando se descubrió que se había adjudicado en su tesis doctoral la autoría de frases enteras pertenecientes a trabajos de otros autores sin indicar explícitamente su proveniencia.
Camps haría bien en disipar rápidamente esas dudas, especialmente ahora que el viejo fantasma de la corrupción vuelve a revolotear sobre su cabeza al estar siendo investigado por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) por prevaricación administrativa y malversación de caudales públicos en el asunto de la contratación de la Fórmula 1 para Valencia.
Margarita Rey
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