Con relativo retraso, la sociedad española ha visto el surgir de una formación política fraguada por profesores universitarios con el nombre de Podemos. A los demás partidos se les abrieron de pronto los ojos cuando en las recientes elecciones europeas, Podemos, liderado (aunque no se admita) por Pablo Iglesias, cuyo nombre se lo debe a su abuelo, que era socialista y admirador del fundador del PSOE, consiguió de un mandoble cinco escaños. Desde entonces, la prensa internacional y española se viene ocupando del fenómeno Podemos, resaltando en los diarios y debates televisivos, la estrecha relación entre Iglesias y el segundo a bordo, Monedero con las dictaduras latinomericanas de Venezuela (“chavismo”), de Bolivia (Evo Morales) y de Cuba (Castro).
El triunfo de Podemos, que el pasado domingo, colapsó pacíficamente la Puerta del Sol con centenares de millares de manifestantes, entre los que se encontraban tanto los jóvenes como los ancianos, alarmó ahora no sólo al PP, sino también al PSOE, que vieron el final del bipartidismo incapaz de solucionar la crisis internacional, que aplasta a los trabajadores y a los parados (4 millones), que se están hundiendo en las miserias de los antiguos proletarios, así como a la clase media (base de la democracia). Desde entonces, en los medios se repite la pregunta de si el PP estaría dispuesto a una coalición con la formación política de Pablo Iglesias, de no obtener la necesaria mayoría para gobernar en solitario. Por supuesto, antes que mezclarse con “revolucionarios antisistema”, el partido que aún lidera Mariano Rajoy, el PP y el PSOE tendrían que concertar una gran coalición como en Alemania: democristianos (CDU/CSU) y socialdemócratas (SPD).
Pero en España derecha e izquierda son como el agua y el aceite. El PSOE no ha podido todavía superar los 40 años de clandestinidad ni ha podido formar a jóvenes socialistas para que tomen firmemente el timón del partido socialista, lo cual ha sucedido con jóvenes militantes con carisma y talento jubilando al último de la fila, Rubalcaba. No se puede negar carisma y talento al nuevo secretario general, Pedro Sánchez, pero le faltan aún tablas. Por otra parte, sus contradicciones irritan a los políticos socialdemócratas y socialistas. Un día declara con énfasis que el PSOE nunca pactará con el PP, diciendo al día siguiente que es preciso un pacto con los derechistas “populares”. Pero al PP le ocurre lo mismo con Podemos: Agua y fuego.
Ayer fue un día de sobresaltos para el PP y el PSOE. Según la encuesta del CIS, si hoy fuesen elecciones ocuparía (mermado) el PP el primer puesto, seguido por Podemos. Como tercera fuerza aparece el PSOE. Situación de alucine, punto de inflexión. IU ya está sufriendo un proceso de descomposición: unos se irán a Podemos, otros se incorporarán a grupúsculos sin peso específico y otros –como la compañera sentimental de Pablo Iglesias, Tania Sánchez– dejaran Podemos para fundar un nuevo partido. El PCE podría así ser fagocitado por Podemos, abierto al parecer a todas las ideologías. Lo más conocido de Podemos es que quiere transformar a España. Existen fascismos de izquierda y de derechas. El PSOE tiene que seguir inmediatamente el apremio de Pedro Sánchez: “Trabajar”.
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