A una hora imposible, a partir de las 0.00 horas, Antena 3 emitió ayer bajo el título “Alerta sanitaria: ébola”, un especial informativo en directo, presentado por Albert Castillón y Lara Álvarez, dedicado a tan candente tema. Pese a su actualidad, el programa alcanzó un discreto 11% de audiencia. No olvidemos que tenía que competir en la misma franja “late night” con “Pequeños gigantes” y “Gran Hermano”.
El especial en cuestión se las traía y me puso de una mala uva difícil de describir, especialmente al escuchar las denuncias de Máximo González, presidente del Consejo General de Enfermería ("Todo es una cadena de despropósitos. Todo se improvisa porque no hay protocolos ni procedimientos. Todos tienen un alto nivel de riesgo") y del Dr. Santiago Yus, uno de los médicos encargados de atender a Teresa Romero, una de las 18 enfermeras y auxiliares de enfermería que se presentaron de forma voluntaria para atender a los dos pacientes de ébola que fueron repatriados, que se infectó con el virus de ébola después de haber tenido contacto con el religioso Manuel García Viejo cuando éste estaba hospitalizado en el complejo Carlos III-La Paz.
El Dr. Yus y quince de sus compañeros se reunieron ayer con la gerencia de su hospital (el de Alcorcón) para advertir de la escasa preparación específica que han recibido para atender a enfermos de ébola. Santiago Yus fue muy duro en sus declaraciones: "He tenido que decirle a la subgerencia del hospital que no insulte a nuestra inteligencia diciéndonos que nos han formado".
A través de la pequeña pantalla pudimos enterarnos ayer a las tantas de la madrugada de muchísimos pormenores que hasta ese momento ignorábamos. Al parecer, ya el 29 de abril y el 6 de agosto (dos días antes de que llegara a España Miguel Pajares, el primer misionero contagiado) varios médicos del servicio de Medicina Intensiva de La Paz enviaron a la dirección del hospital sendas cartas en las que denunciaban la falta de infraestructura y formación para la atención de pacientes con ébola. Y la reacción por parte del hospital fue nula y, a los ojos de muchos, irresponsable.
También se puso de manifiesto la cadena de errores que se han producido en el “caso Teresa Romero”. Se habló de improvisación, de fallos en la planificación y la prevención, que van desde la ambulancia convencional que se envió a recoger a Teresa en su domicilio (y que luego continuó trasladando a enfermos sin haber sido debidamente desinfectada), pasando por el escaso o nulo seguimiento de los protocolos, hasta la pequeñez de la habitación donde los cuidadores se tenían que quitar los trajes especiales, lo que no permitía que una persona de Medicina Preventiva ayudase al compañero que vestía el buzo protector a despojarse del traje hermético. Cuando se da ese caso, el protocolo marca que debe siempre haber una persona observando a través de una esclusa de cristal al profesional que estuvo atendiendo al paciente con ébola mientras se cambia. La vestimenta reglamentaria es, por lo visto, bastante difícil de quitar cuando lo tiene que hacer uno solo y debe hacerse en un orden determinado para minimizar los riesgos. Según las quejas expresadas por algunos enfermeros, tampoco la protección de la cara de los profesionales que entraban en la habitación era siempre la adecuada. Y también corren rumores de que Teresa pudo estar sin vigilancia en el momento de quitarse el traje de protección.
Gran indignación y asombro en la ronda de tertulianos participantes en “Alerta sanitaria: ébola” produjeron las declaraciones del Consejero Sanitario de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez. Rodríguez, quien en su ánimo por escurrir el bulto, intentó con todo el descoco convertir a Teresa de víctima en culpable, acusándola en una intervención ante la Comisión de Sanidad de la Asamblea de Madrid abiertamente de mentir, aunque más tarde, ante el revuelo que se armó, intentó con poca fortuna matizar sus palabras. Incluso Francisco Marhuenda, director del periódico La Razón y conocido paladín del PP, opinó que Ignacio González debería destituirle inmediatamente por tan polémicas y desafortunadas afirmaciones.
Pero Ignacio González parece no estar por la labor. En una entrevista de ayer en el programa de Onda Cero Radio, “Herrera en la Onda”, Ignacio González, intentó bagatelizar el asunto, mientras que Javier Rodríguez volvía a las andadas y soltaba perlas ante los micrófonos que, en cualquier otro país que el nuestro, se hubiesen saldado con su cese forzoso.
Igualmente ayer, la edición digital del diario El Mundo titulaba: “El Gobierno admite que hubo 'relajación de procedimientos' al atender al misionero García Viejo”
Más que incomprensible ha sido la actitud de la Ministra de Sanidad. Ana Mato que ha estado varios días más callada que en misa. Sin embargo, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la rueda de prensa posterior a la cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la Unión Europea sobre empleo juvenil que se celebró en Milán (Italia), respaldó su gestión con las siguientes palabras: "Por supuesto, si no la apoyara evidentemente no sería la ministra de Sanidad, como ocurre con todos los miembros de mi Gobierno”. Ayer por la tarde, Ana Mato se dejó, por fin, ver en la reunión mantenida en la sede de su departamento con los portavoces parlamentarios de Sanidad de los distintos grupos del Congreso de los Diputados. Según publicó la Agencia EFE al término del encuentro, “el Ministerio de Sanidad baraja modificar los protocolos de actuación ante el ébola para que los profesionales sanitarios en contacto directo con pacientes infectados sean considerados personal de riesgo y hacerles un seguimiento más activo para aumentar su protección”.
Esta misma noche nos hemos enterado de un posible empeoramiento de Teresa, que está siendo tratada con el suero de pacientes que han superado la enfermedad, pero parece que su estado no ha entrado todavía en una fase crítica.
A estas alturas está clarísimo que desde la expatriación de Miguel Pajares ha habido errores garrafales de todo tipo, tanto humanos como los que han cometido las autoridades sanitarias, de mayor trascendencia. Y me pregunto: por qué motivo no se ha recurrido a “Médicos sin Fronteras”, una organización con gran experiencia en la materia, debido a su lucha en primera fila en países de riesgo desde hace muchos años, hubiese podido ayudar. Sin embargo, con esa prepotencia e ignorancia que caracteriza a las autoridades sanitarias españolas, con Ana Mato a la cabeza, parece que a nadie se le ocurrió recabar su ayuda.
Aunque sea un grito en el desierto, creo que ha llegado la hora de examinar de manera ecuánime las causas que han ocasionado este grave problema que puede llevarnos a España a la ruina si los turistas extranjeros dejan de visitarnos por miedo a un posible contagio. Ya se sabe cómo es la prensa sensacionalista internacional a la hora de crear “alarma social” cuando se trata de nuestro país. Pero parece más sencillo “matar al emisario” en lugar de depurar responsabilidades, caiga quien caiga, por la desastrosa y nefasta gestión de la crisis.
Margarita Rey
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