Mi última “Pincelada” trataba sobre el equinoccio de otoño. Hoy me referiré al otoño propiamente dicho, que se suele caracterizar por ese mal tiempo tan desagradable (lluvia, viento, granizo) que precede al frío de verdad. Es la época de los resfriados y de las depresiones, conocidas como depresiones otoñales que, con la disminución de la luz solar, afectan a un elevado número de personas.
Empecemos pues por abrigarnos como la estación lo requiere para evitar gripes y resfriados. También ha llegado la hora de activar nuestras defensas, que ahora están en sus horas más bajas, porque nuestro organismo todavía no se ha adaptado ni a los cambios bruscos de temperatura ni a la humedad tan típicos de esta estación. Y la forma más natural de hacerlo es utilizando los alimentos que, año tras año, nos regala la madre naturaleza y que nos aportarán todos los nutrientes que nuestro cuerpo necesita para esquivar las enfermedades que nos acechan en esta época.
Ahora deberíamos de comer setas, castañas, higos y caquis, que nos aportan mucha vitamina B. Y no está de más completar la dieta con yogur o con esa bebida que Lola Herrera anuncia en la tele. Por supuesto, no hay que olvidar la ingesta de suplementos naturales como la miel, la jalea real o el propóleo (también conocido por su nombre griego, própolis), a poder ser acompañados de un poco de ejercicio al aire libre, para aumentar nuestras defensas.
¡Ah, y no se olviden de lavarse a menudo las manos! Esto les ayudará también a protegerse contra los gérmenes del resfriado y de la gripe, que esperan agazapados la ocasión propicia para atacarnos sin piedad.
Margarita Rey
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