Con un suspiro de alivio audible en toda Europa y, en especial en Inglaterra, pero también en España, los escoceses han dado muestra de ese sentido común de siempre atribuido a los catalanes, pero que parece haber perdido el presidente de la Generalitat, Artur Mas, ahora rehén de sus radicales aliados nacionalistas y que, si quiere no seguir haciendo más el ridículo, debería dimitir. La ventaja de los unionistas es de 10,6 puntos, cifra que desborda a los más optimistas sondeos. En España se ha vivido el referéndum escocés como “cosa propia” bajo las amenazas independentistas de Mas, que también prepara el referéndum sobre la independencia de Cataluña. Con un poco de decoro, Artur Mas debería renunciar ya a cualquier plan de referéndum “dentro de la legalidad” (como dice él), para no seguir incordiando al resto de los españoles, cuya paciencia también tiene sus límites.
Hay muchas diferencias entre los escoceses y los catalanes. La Historia de Escocia se remonta a 10.000 años. De las civilizaciones de la Edad de Piedra, Edad del Bronce y Edad del Hierro se han conservado muchos objetos, pero no existe ninguno con algo que pueda considerarse como escritura.
La Historia escrita de Escocia comienza con la llegada del Imperio romano a Inglaterra. Tras muchas vicisitudes territoriales e históricas, desde el siglo VIII al XIII, la Corona escocesa es administrada por el reino de los pictos. Ya en el siglo X, el reino de los pictos, que jugaron un importante papel en la formación de lo que en la actualidad es el Reino Unido, fue dominado por una cultura de origen gaélico. Con la Historia de Escocia pueden llenarse tomos. El Reino Unido no sería lo que es sin la densa y rica Historia escocesa.
¿Qué pueden aportar los catalanes de Artur Mas y sus amigos de ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) a la Historia de Iberia, Hispania o España? Catalunya no tiene en rigor una Historia propia. Se trataba de pequeños condados dependientes de los francos. Fue apenas en el siglo XII, cuando el condado de Barcelona, gracias al matrimonio de Ramón Berenguer IV de Barcelona y Petronila de Aragón, heredera de la corona de Aragón, logró adquirir una gran importancia política al convertirse el hijo de ambos, Alfonso II, en rey de Aragón y Conde de Barcelona.
En el siglo XV, como resultado del Compromiso de Caspe, la titularidad del condado de Barcelona que, desde Alfonso II, heredaba automáticamente el rey de Aragón, pasó a la dinastía Trastámara, originaria de Castilla, mediante la coronación de Fernando I de Aragón. Posteriormente, la unión dinástica entre las coronas de Castilla y Aragón comportaría la inclusión del condado en los territorios regidos por los Austrias (ver: Wikipedia). Aunque muchos puedan creer que el último conde de Barcelona fuese, a título simbólico, don Juan de Borbón, padre del ex rey Juan Carlos I, el título pasó a su muerte a don Juan Carlos y, en la actualidad, es ostentado por el titular de la corona española, Felipe VI. Por otra parte, en el marco de las regiones europeas, Cataluña tiene incluso más poderes y competencias que los länder (estados federados) alemanes.
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