Si, como me sucedió a mí, haciendo zapping se dan de bruces con “Crónicas carnívoras” (en versión original: “Man vs. Food” = “Hombre contra comida”), que la cadena Energy emite de lunes a viernes en la franja horaria pre-prime time, lo mejor que pueden hacer es cambiar de canal lo más rápidamente posible.
El protagonista, Adam Richman, es un treintañero que se pasea por la geografía estadounidense en busca de menús típicos, generalmente de comida rápida, que tienen por común denominador su descomunal tamaño y las salsas picantes o mayonesas elaboradas que los acompañan.
El reto del presentador es engullir esas hamburguesas, salchichas o pizzas enormes en un tiempo récord. También los sándwiches gigantes, el pollo, los filetes de cerdo y los steaks están a la orden del día. Por supuesto, con acompañamiento de patatas fritas, a menudo gratinadas con montañas de queso.
Francamente, no sé cómo alguien que no sea americano puede llegar a divertirse contemplando a ese tío zamparse esas ingentes cantidades de comida. Para mi es algo repugnante y más teniendo en cuenta que a las 9 de la noche muchos niños están todavía viendo la tele y pueden toparse como yo con ese peculiar reality.
Por una parte estamos hablando a diario de la necesidad de que los comedores de los colegios permanezcan abiertos en verano para dar de comer a todos esos niños españoles malnutridos y, por la otra, de la creciente obesidad infantil, debida a la comida basura, y los altos riesgos para la salud (diabetes, colesterol, tensión alta) que esos malos hábitos alimenticios conllevan. Pero nadie parece haber protestado con la suficiente firmeza ante el responsable de ese despropósito, el grupo Mediaset, para que retrase a una hora más tardía la emisión de “Crónicas carnívoras” , de modo que sólo puedan “recrearse” con ese engendro teleadictos aficionados a programas dirigidos a personas de gustos frikis.
Estéticamente hablando, presenciar como un gachó fofo (que comenta la buena o mala calidad de los condumios con la boca llena) se atiborra de comida mientras le chorrea la grasa por el pico, no es ningún plato de gusto, al menos por estas latitudes.
Lo peor, sin embargo, es la mala influencia que pueda tener en algunos menores, demasiado jóvenes todavía para entender lo perjudicial que esos atracones pueden ser para la salud. Y si no que se lo pregunten al presentador Adam Richard, que tuvo que abandonar los retos por prescripción facultativa. Lo que no impidió a Mediaset comprar esa controvertida serie que en EEUU dejó de emitirse definitivamente en 2012.
Mi inocente pregunta: ¿dónde están esos organismos que, supuestamente, debieran velar por el bien de nuestros menores y controlar los contenidos de los programas que se emiten en horario infantil?
Margarita Rey
No hay comentarios:
Publicar un comentario