miércoles, 6 de noviembre de 2013

Atalaya: Rumanos



Lo peligroso de utilizar colectivos es que “pagan justos por pecadores” y surge la sospecha del racismo. ¿Pero cómo designar a los delincuentes sin que caiga ninguna mancha sobre personas –las más- de bien?
 
La caída del comunismo soviético fue una bendición para muchos ciudadanos del Este de Europa, que han venido a Occidente a ganarse la vida, cosa muy difícil en los empobrecidos países detrás del Telón de Acero. La supresión de fronteras en los estados de la Unión Europea (concretamente los estados Schengen), ha facilitado la dispersión por Europa de ciudadanos rumanos, búlgaros…  a cuyo cobijo también llegan individuos de la más baja estopa, indeseables incluso en sus países de origen.
 
Para irritación de los ciudadanos rumanos de vida ordenada, puede leerse en la prensa que “los rumanos” pertenecen a los grupos más activos y peligrosos en España. La mayoría de quienes roban el codiciado cobre (postes de electricidad, de alta tensión, de los ferrocarriles…) son de origen rumano y no tienen nada que ver con el honrado rumano que día a día acude a su trabajo. Para el rumano, el español es fácil de aprender (latín). Esto es una gran ventaja para el ciudadano rumano residente entre nosotros, pero también para los delincuentes, que en ocasiones pueden pasar inadvertidos gracias a su manejo del idioma. Entre las figuras delictivas más usuales dentro del grupo sucio de Rumanía, figuran también el tráfico de drogas y la trata de blancas: es decir, prostitución forzosa, también de compatriotas.
 
En la esquela de los delincuentes rumanos también llegan a Europa, en este caso a España  “gitanos”, que en Rumanía son los parias, perseguidos y apaleados. En España han hallado un refugio. Pero no tienen que comer. Los gitanos rumanos se dedican a mendigar, en la mayoría de los casos no para sí mismos, sino para mafias que se quedan con el dinero, entregando una pequeña cantidad a cada mendigo gitano,  según lo que éste haya recaudado. Los mendigos gitanos tienen la obligación de enseñar a otros –en general menores  de edad- a pedir limosna. Fui testigo de cómo es la enseñanza: en la puerta de la Catedral estaba una joven de unos 16 años. A su lado un niño de unos 8 años. Cada vez que aparecía alguien, la joven azuzaba al niño para que se acercase a esa persona. Las palabras en español, los ojos tristes, los “pucheros” lastimeros se los había  enseñado antes la joven gitana. Los gitanos rumanos tienen fama de muy agresivos, en los bajos fondos. En un periódico de Murcia leí hace un par de años que una familia de etnia gitana española había acudido a la guardia civil para que les protegiese de las agresiones de gitanos rumanos en un asentamiento vecino.
 
El problema existe ya desde hace más de diez años. La policía española, en especial la guardia civil, lleva acabo una encomiable labor en el sector. Pero parece ser que los jueces se muestran benignos con los indigentes inmigrantes. Lo demuestra el caso de las jóvenes carteristas rumanas en el metro de Madrid. La policía nacional las detiene…y ellas vuelven a estar en el metro al día siguiente.
 
Me parece que ya va siendo hora de  que más altas instancias intervengan en el asunto. Parece ser que el embajador rumano se llama Andanas, cuando se trata el asunto. Los ministros del interior de España y Rumanía deberían tratar seriamente el tema y acordar que la policía rumana sea más exigente en la identificación de los rumanos que viajan a España. Así  lo piden también los países de Schengen.
 
Para ser justos, no se trata  sólo de delincuentes rumanos. Están las peligrosas mafias rusas, chinas e italianas, sin olvidar la criminalidad española. En la Costa del Sol parece haber sentado sus reales la delincuencia francesa y británica. En suma, con Interpol no es suficiente. La Unión  Europea necesita urgentemente una institución que coordine a nivel europeo la lucha contra la delincuencia de extranjeros. 
 
 
 

1 comentario:

  1. Tendrías que conocer esta realidad más de cerca en vez de hablar de oídas. Te sorpenderías. Y encontrararías preguntas a muchos de tus interrogantes (por ejemplo, la curiosa vuelta inmediata a la calle de las carteristas).

    No sólo hay que mirar, Manuel. Además hay que VER.

    ResponderEliminar