lunes, 18 de noviembre de 2013

Atalaya: Drácula


 
 
Uno de los personajes del celuloide que aterraron la juventud de mi generación, fue el Conde Drácula. “Drácula” se basa en una novela publicada en 1897 por el irlandés Bram Stoker.
 
Drácula era un vampiro que habitaba en las ruinas de su castillo en Transilvania (Rumanía). Vivía de noche y dormía de día en su ataúd. Por la  noche recorría los alrededores de su castillo en busca de sangre fresca, con la que se alimentaba. También atacaba a viajeros o vagabundos que pernoctaban en su castillo y que se espantaban al ver de pronto la majestuosa figura del Conde, envuelto en su elegante capa, y los afilados colmillos, con los que, con un certero bocado, se procuraba la cena. Según la leyenda, que surgió en torno a Drácula, las víctimas, al ser mordidas, también se convertían en vampiros. Siguiendo la tradición, en la que también se basó Stoker, se reconocía a un vampiro  porque éste no se reflejaba en los espejos. Otra creencia era que el vampiro se ponía a temblar, se quedaba lívido y se arrugaba cuando se le confrontaba con una cruz.
 
También se dice que Stoker  se basó en la condesa húngara Erzebeth Bathóri. Dicen que cuando fue descubierta se encontraron en las mazmorras de su castillo decenas de mujeres desangradas. Los historiadores niegan este extremo, aduciendo que era una invención de los enemigos de la condesa. Stoker utilizó otras narraciones con personajes siniestros hasta que fundiéndolos en un solo creó la figura del Conde Drácula. Hay otra versión, que se dice histórica, cuyo protagonista en un duque rumano muy cruel, un déspota cruento, llamado Vlad III que hacía empalar a sus enemigos, lo que le hizo ganarse el apodo de “el empalador”.
 
Era tanto el terror que nos causaba Drácula que llegamos a identificar a la figura de ficción con el nombre de su intérprete en Hollywood: Béla Lugosi. Un escalofrío nos recorría la espalda con tan sólo oír el nombre de este actor de origen húngaro.
 
Sea como sea, con la aparición de la novela de Bram Stoker, se inició desde Inglaterra, pero también desde Alemania, una corriente de “turistas del terror”, que además tenía el propósito de cazar al vampiro y darle muerte clavándolo la estaca en el corazón mientras dormía en su ataúd.
 
Posteriormente se han rodado otras versiones de Drácula, cuya figura es magistralmente interpretada por Christopher Lee. Pero, o ya éramos mayores cuando vimos estos filmes o ya estábamos curtidos. Las nuevas versiones cinematográficas son más estilizadas, más “snob”, más lujosas.
 
Seguro que las nuevas generaciones se reirán si ven a Drácula y no entenderán el miedo de sus padres y abuelos. No es que ahora las películas de horror y de violencia no vendan, pero son distintas. Ahora las que más se llevan son las adaptaciones para la gran y pequeña pantalla de cómics de corte americano o japonés, con seres extraterrestres espantosos que utilizan armas desconocidas en la Tierra, espadas de fuego y guantes de metal que lanzan rayos letales por la punta de los dedos. Juegos de ordenador. Pero aquí, como siempre en la ficción, los héroes son los terrícolas, que con muchos sacrificios y sufrimientos aniquilan o expulsan de nuestro planeta a los invasores cósmicos.
 
 
 

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